Con voz ronca, murmuran, leen en silencio, los marxistas
Con voz ronca,
murmuran,
leen en silencio, los marxistas,
sus textos de la cultura universal.
Los llena un raro
y embriagante resentimiento
Y la medida justa de la infamia:
¿Por qué la sociedad
no tiene el orgullo o la prudencia
de ser un objeto analizable?
¿Por qué se escapan
tropezando
como ratas degolladas
los conceptos
y no alcanzan
para terminar de definir
una hipótesis madura,
el fermento frutal de la ignorancia?
Con voz seria,
leen en silencio, los marxistas,
sus manos que nunca tocaron
el acero mojado de los diques
y la poleas viscerales de las grúas,
ni siquiera son hijos de zapateros,
anarquistas o boxeadores,
son los hijos judíos de tenderos
y comerciantes del Once,
de anestesistas de Belgrano,
de psicólogos de Flores
o de empleados públicos
que duermen acostados
en los dulces colchones
de la burocracia porteña.
Estudiemos el marxismo,
Compañeros, camaradas,
Estudiemos a Lúkacs,
A Benjamín, a Adornor,
Pero también a Grüner,
A Terán y a Sazbón,
Nuestros pingos de la patria,
Con monturas ajenas,
Alemanas, traducidas,
Estudiemos el ruso, camaradas,
Para un viaje a los soviets en ruinas,
A la nada o un retiro espiritual,
Al centro de la cultura pagana.
Después de leer,
los marxistas se duermen
en bibliotecas sin luz natural,
sueñan con el equívoco de la política,
sueñan con Frondizi y con Perón,
tienen pesadillas serias
con un Heidegger neutro
pero las olvidan rápido,
cuando despiertan,
arrebatados por el sudor,
y siguen estudiando.
Vivan, marxistas, esa vida,
Que nadie les niega.
Disfruten una vez más del conocimiento,
Ajenos al mundo, puros, anacrónicos,
Irremediablemente felices de saber.
murmuran,
leen en silencio, los marxistas,
sus textos de la cultura universal.
Los llena un raro
y embriagante resentimiento
Y la medida justa de la infamia:
¿Por qué la sociedad
no tiene el orgullo o la prudencia
de ser un objeto analizable?
¿Por qué se escapan
tropezando
como ratas degolladas
los conceptos
y no alcanzan
para terminar de definir
una hipótesis madura,
el fermento frutal de la ignorancia?
Con voz seria,
leen en silencio, los marxistas,
sus manos que nunca tocaron
el acero mojado de los diques
y la poleas viscerales de las grúas,
ni siquiera son hijos de zapateros,
anarquistas o boxeadores,
son los hijos judíos de tenderos
y comerciantes del Once,
de anestesistas de Belgrano,
de psicólogos de Flores
o de empleados públicos
que duermen acostados
en los dulces colchones
de la burocracia porteña.
Estudiemos el marxismo,
Compañeros, camaradas,
Estudiemos a Lúkacs,
A Benjamín, a Adornor,
Pero también a Grüner,
A Terán y a Sazbón,
Nuestros pingos de la patria,
Con monturas ajenas,
Alemanas, traducidas,
Estudiemos el ruso, camaradas,
Para un viaje a los soviets en ruinas,
A la nada o un retiro espiritual,
Al centro de la cultura pagana.
Después de leer,
los marxistas se duermen
en bibliotecas sin luz natural,
sueñan con el equívoco de la política,
sueñan con Frondizi y con Perón,
tienen pesadillas serias
con un Heidegger neutro
pero las olvidan rápido,
cuando despiertan,
arrebatados por el sudor,
y siguen estudiando.
Vivan, marxistas, esa vida,
Que nadie les niega.
Disfruten una vez más del conocimiento,
Ajenos al mundo, puros, anacrónicos,
Irremediablemente felices de saber.
11 Comments:
Cómo venís pegando últimamente! Cada vez más fuerte, cada vez más certero, impiadoso Terranova. Y este blog ya cierra? No puede ser...
tan peronista
dora
En llamas!
¿a vos te gusta armar kilombo, no?
Besos
Los dos son muy buenos, pero éste es el que más me gusta.... Tendrías que meterlo en un librito con El Ignorante, y ponerle "Apuntes de Puán", o "El ignorante reloaded".
el anterior me gustaba. dejabas claro en el interior, en las diez primeras líneas, que nunca vas a poder escribir un poema. y partir de ahí el texto se volvía contundente.
qué pasa, en cambio, cuando cada palabra parece escrita para dar que hablar. no se puede ser tan indulgente.
me muero de ganas de leer a Adornor (sic) e (hic).
yo creo que en puan debería haber un club de boxeo, o mejor: de valetodo. para que asi todas estas diferencias se pudieran reconciliar por un momento con un par de jabs insolentes o una salomónica estrangulación de jujitsu. Asi, al final, habiendo matado las neuronas en las que almacenaban ese odio contra el uno y el otro, podrían darse un abrazo amistoso y compartir el hielo para la cara. La gente a las piñas se entiende.
y vos te crees muy vivo?
todavia sigo soñanado....me encanto!
Creo que no voy a soltar este blog hasta que termine de leerlo.
Aunque muera en el intento.
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