Monday, March 20, 2006

la fascinante leyenda de un beso


Cuando volvemos a Manuel Puig, las anécdotas, las lecturas críticas y los lugares comunes se mezclan y surgen en bloque. Ya son parte del recorrido obligado su pasional relación con el cine y las divas del Hollywood de los años 50, su viaje de estudios al Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma, la frase miope de Juan Carlos Onetti, “sé cómo hablan sus personajes, pero no sé cómo escribe Puig, no conozco su estilo”, su lectura del psicoanálisis como producto de consumo masivo, el éxito comercial de sus libros, su vida nómade, su homosexualidad.
Una y mil veces se contó la escena mítica en la que se descubre a sí mismo escribiendo casi “por casualidad” las primeras páginas de La traición de Rita Hayworth, saltando de un guión a un apunte “para ver mejor los personajes”, y de ahí a su primera novela. Por todo esto y por sus ocho novelas sensuales, Puig es, en la actualidad, un escritor mítico. Y si es verdad que hoy para leer necesitamos el mito tanto como el aire, menos se recuerda que no estaba del todo conforme con la adaptación cinematográfica de El beso de la mujer araña que hizo Héctor Babenco, pero que la aceptaba; que en Cannes la película generó polémicas y duras críticas entre los exiliados; y que su rutina de trabajo era constante y su terror a equivocarse, permanente, como le confiesa a la meliflua María Esther Gillio, que lo entrevistó en Leblon sobre el final de su vida.
Así, aunque el tiempo pase, siempre hay alguien escribiendo sobre Puig, sobre sus libros, sobre las adaptaciones de sus libros. A treinta años de El beso..., su obra vive un momento de auge. Como ningún otro acaparó, junto a la figura principal de Jorge Luis Borges, la atención de los escritores académicos, transformándose en tema de papers y libros, entre los cuales resaltan la biografía de Suzanne Jill-Levine, Manuel Puig y el beso de la mujer araña, y Manuel Puig: después del fin de la literatura, un prolijo recorrido crítico de Graciela Speranza. Pese a este embate, ambiguo porque el elogio nunca llega solo, su literatura no se reduce, más bien todo lo contrario.
La editorial Beatriz Viterbo encaró a fines de los 90 la edición de piezas de teatro publicadas en Italia, como Triste golondrina macho, o estrenadas en Brasil, como Bajo un manto de estrellas, o comedias musicales que no llegaron a realizarse y guiones nunca filmados, como Muy señor mío y La tajada. Por su parte, Querida familia: cartas europeas (1956-1962), publicado por Entropía, una verdadera novela epistolar que narra su primer viaje a Europa, abre el archivo personal, tanto o más apasionante que su obra, con la cual tiene una continuidad innegable.

Una larga conversación. ¿Qué pasaba en la Argentina y en el mundo en julio de 1976, cuando en la ciudad de Barcelona el sello Seix Barral ponía a disposición de los lectores la primera edición de El beso de la mujer araña? Aprobada en noviembre de 1977 por las Cortes Generales, pero ya sometida a un referéndum en diciembre de 1976, la Reforma Política Española que terminaría en la formulación de una nueva Constitución, que garantizaría entre otras cosas las libertades públicas, fue el principio de un proceso que culminaría en ese momento tan ligado estéticamente a Puig que se conoce con el nombre de “destape”. No es, entonces, del todo ajeno al éxito inmediato que tuvo el libro que en octubre de 1977 se aprobara una amnistía general para los últimos presos políticos.

En Buenos Aires, la situación era muy diferente. El golpe ya era una realidad. Pero no porque en marzo el tambaleante gobierno de Isabel Perón hubiera sido derrocado sin resistencia, sino porque desde mucho antes se habían extinguido los triunfales sesenta y de lejos se intuían la noche y la masacre. Tres años antes, Puig había tenido que exiliarse amenazado porque el experimental The Buenos Aires Affair había entrado en una lista de libros prohibidos por el gobierno justicialista. En este contexto, El beso de la mujer araña era al mismo tiempo incómodo, problemático y atractivo. Pésimamente recibido por amplios sectores de la crítica que atendían compromisos políticos o estéticos, se lo leyó con malicia, como si hubiera que defenderse porque sus libros venían a romper algo –de hecho, eso era lo que sucedía.

Desde la perspectiva actual, podemos observar que la elaborada conversación entre el homosexual y el guerrillero es al mismo tiempo limitada y certera. Limitada porque en un par de rounds Molina liquida a Valentín y le demuestra que la revolución no sólo es un tigre de papel, sino una dolorosa pérdida de tiempo. Certera porque preanuncia todo lo que pasará en el futuro inmediato: muerte y traición, sangre y tragedia, pero, sobre todo, el malentendido como motor de la historia. Curiosamente, cuando después Puig intente escribir sobre ese mismo tema menos atravesado por el cine, la homosexualidad y la sensibilidad melodramática, lo que le sale es Maldición eterna a quien lea estas páginas, una novela débil, racional, falta de libido literaria.

Los herederos. Mientras en la Argentina no tenemos un Alberto Fuguet, nacido en California, tan pegado al cine que escribe sus novelas desde la pantalla y hace guiones y dirige, la herencia local va por la mezcla, por la transposición y el uso de material que se supone no es literatura. Si en Los años 90, Daniel Link implementaba el recurso de la yuxtaposición de géneros rescatando cierta paradójica tradición experimental, en su segunda novela, La ansiedad, fue más allá reproduciendo los decorados internos de los correos electrónicos y la forma del diálogo de los programas de mensajería instantánea. Alejandro López, en la más ambiciosa Keres cojer? = Guan tu fak (Interzona, 2005), continuó esa incorporación formal y sintáctica empujando un poco más las convenciones.

El destino de López, que logra momentos narrativos de gran vitalidad, pero también frecuenta el miserabilismo, se unió más a Puig cuando Beatriz Sarlo reeditó, en su artículo “¿Pornografía o fashion?” de la revista Punto de Vista, la relación crítica-innovación. Mientras Sarlo usa la palabra “pornografía” con la impunidad del que ignora, los argumentos, que podrían ser atendibles, son invalidados de antemano por su indignación. Si López se planta en las técnicas narrativas de Puig –y lo hace–, Sarlo lo confirma recordando la reacción de sus detractores. En ese roce, se lee la vigencia de los problemas que Puig propone y resuelve en su narrativa.Muchos otros tomaron parte de esos movimientos conceptuales y los rellenaron con sus propias vidas, obsesiones o lecturas.

Washigton Cucurto se apoya en el latinoamericanismo melodramático para elaborar, por ejemplo, en su último libro de poemas, Un paraguayo ebrio y celoso de su hermana (Vox, 2005), una defensa de la función que cumple el McDonald’s en su vida familiar. Y el uruguayo Dani Umpi une a su carnalidad de estrella pop el exquisito glam de barrio en sus novelas Aún soltera (Eloisa Cartonera, 2003) y Miss Tacuarembó (Interzona, 2004). Incluso Alan Pauls, autor él mismo de un libro sobre Puig, acarició, con El pasado (Anagrama, 2003), el gran desafío de los herederos: expandir el público lector. Haciendo coincidir la textura proustiana con una sensibilidad extrema, Pauls narra una historia de amor que habría cautivado al autor de Cae la noche tropical.

Todos ellos comprendieron que entrar en contacto con Puig es asomarse al abismo cotidiano, cercano e inabarcable al mismo tiempo. Recogiendo todas las variantes posibles del bovarismo, tematizándolas, sondeando sus límites, expandiéndolos, su obra sigue vigente. Frente a la cultura libresca, la principal enseñanza de Puig no es mezclar voces, recortar o escribir pegado a los medios audiovisuales, sino mirar ahí donde las cosas pasan, proyectar esa sensibilidad mediática y vital donde el nervio está vivo y es incluso peligroso; escribir, en definitiva, sobre esa parte del deseo que no comprendemos, que nos supera y cuya presencia alcanza para volvernos desconocidos a nosotros mismos.

(Publicado en el suplemento Cultura de Perfil)

9 Comments:

Blogger Unknown said...

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6:55 PM  
Blogger Unknown said...

che terranova, me pareció un gran artículo.
saludos

6:55 PM  
Blogger Terra said...

Gracias, Gogo. A mí me gustó mucho escribirlo.

8:21 PM  
Blogger Apostillas said...

Sí que lo es, Terranova. Sí que lo es.

8:30 PM  
Anonymous Anonymous said...

Me gustó "de lejos se intuían la noche y la masacre" en referencia a la dictadura. Deja en claro tu postura al respecto, más allá de tus exabruptos.

8:32 PM  
Blogger Joana Pol said...

El de la foto parece Tyrone Power. Es un hombre muy guapo.

9:30 PM  
Blogger José said...

Estimado Juan. Leí el artículo el domingo y me gustó muchísimo. El título es exclente, como el contrapunto con lo que pasaba en los años de edición de El Beso...

Leí el Pornógrafo y quiero decirte que si la nota la hubiera escrito otro tu nombre estaría incluido entre los herederos de la experimentación.

Ese mismo domingo, a la tarde, me compré la biografía de Puig de Sussane Jill Levine. Todavía no la empecé. La leíste? qué te pareció?
Un saludo y, de nuevo, felicitaciones por el artículo.

9:34 PM  
Anonymous Anonymous said...

comprate el de las cartas, José

10:38 PM  
Blogger Terra said...

La biografía de Puig está bien, José. Y me gustó tu blog, muy divertido.
Gracias a todos.

11:00 PM  

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