Hitler para principiantes
Tengo una amigo que está escribiendo un libro que se llama “Hitler para principiantes”. Es un libro por encargo y hace unos días me pidió que pasara por su casa para charlar un poco sobre el tema. Pensaba que lo podía orientar. Así que nos juntamos después de las once, porque yo tenía cierre y trabajaba hasta tarde.
— El sábado pasado acá enfrente hubo una fiesta de disfraces—me dijo cuando llegué. Hacía frío y mi amigo tiene una cafetera italiana extraordinaria, así que acepté un café. Hacer una semblanza de Hitler es mucho más difícil de lo que parece. Están los motivos éticos, por supuesto. Porque ustedes saben que Hitler llegó al poder en una Alemania arrasada por la Primer Guerra Mundial y el tratado de Versalles y la convirtió en una de las potencias industriales más importantes del mundo. Pero también hay que tomar con mucho cuidado ciertas contradicciones de origen técnico. Por ejemplo, ¿cómo se explica que el gran nacionalista alemán haya nacido en Austria? Y otra cosa, ¿cuál es la mejor traducción para la palabra “Führer”? ¿Caudillo, líder, guía?
— Caudillo no—dijo mi amigo—. Lo único que falta es que lo confundan con Facundo Quiroga.
Estuvimos revisando la bibliografía que él había reunido cuando me volvió a contar sobre la fiesta de disfraces. Enfrente había un club de barrio que se alquilaba para eventos. La fiesta de disfraces duró toda la noche y, según parece, todo el tiempo había gente disfrazada en la puerta. Mi amigo vio entrar un caballo de dos cuerpos, un Batman, un enfermera y un pirata con una pata de palo falsa. Cada tanto salían dos o tres disfrazados a fumar o a charlar un rato a la calle. Le pregunté si se había pasado toda la noche espiándolos y me dijo que sí.
— No tenía otra cosa mejor que hacer— agregó después.
Un caballo de dos cuerpos, un Batman, una enfermera, un pirata, pero ningún Hitler.
Mientras tomábamos el café le pregunté si se podía cambiar el título del libro y él me preguntó qué titulo se me ocurría. Le propuse “Hitler para masoquistas”.
— No, no creo que lo acepten— me respondió.
Estuvimos de acuerdo, eso sí, en que “Hitler para masoquistas” era un libro bastante más fácil de escribir.
— Si pudieras elegir—me preguntó—. ¿Qué libro escribirías “para principiantes”?
— Haría darwinismo social para principiantes—le dije.
— No está mal, ¿no? La otra es “Capitalismo salvaje para principiantes”.
— O “Prostitución para tímidos”.
— O “Cultos Satánicos para principiantes”.
— También puede ser “Marxismo para retrasados mentales”.
— O “Eutanasia para principiantes”.
— Ese es con manual de instrucciones.
— La otra es “Ruleta para pobres”.
— O “Ruleta rusa para sociólogos”.
— “Sexo para marxista-leninistas tardíos”.
— “Ajedrez para principiantes”.
Ahí me descolocó.
— ¿Y ese por qué?
Se había bajado el índice de un libro de Internet y me lo leyó. Decía así:
1. Aperturas
2. Galería de Campeones
3. La pasión por Ajedrez (manifiesto de Gary Kasparov)
4. Los gestos de Capablanca
5. Trucos y pistas
6. Partidas Inmortales
7. Partidas Inmorales
8. Desmontando la Siciliana
9. Ajedrez espectacular
10. El arte de la defensa
11. La estrategia del riesgo
12. Cómo derrotar a un rival superior
—“Desmontando la Siciliana” suena interesante— le señalé.
Seguimos con el café un rato más y revisamos dos o tres libros más.
— Te hago una pregunta técnica— me dijo en un momento de la noche. El club de enfrente estaba cerrado y cada tanto pasaba algún auto por la calle. Nada más.
— Dale– le dije yo.
— ¿Cuánto se puede retener de un texto leído en voz alta? ¿Un treinta por ciento? ¿Un cuarenta? ¿Un cincuenta por ciento?
— Yo creo que con toda la furia se comprende un sesenta por ciento, pero con toda la furia, y se retiene mucho menos.
— Esto quiere decir —dedujo él– que los tipos que se leen sus cuentos en los bares escriben más de la mitad al pedo.
— Y... Sí.
Se hizo un silencio, así que aproveché y le pregunté por qué no se había disfrazado y había ido a la fiesta de disfraces.
— Porque si hubiera hecho eso—me respondió— no habría podido espiar a los disfrazados.
Era una respuesta impecable. Ya en la puerta y antes de irme, cerca de las tres y media de la mañana, le pregunté qué íbamos a hacer con esa literatura que es totalmente representativa. La pregunta fue así:
— Che, ¿y qué vamos a hacer con esa literatura totalmente representativa?
— Dame un ejemplo— me respondió.
— Por ejemplo, esos relatos que empiezan: “Estaba en mi casa y sonó el teléfono. Era Víctor que quería que le contara cómo me había ido con la bailarina rusa”.
— Ah —dijo él—. Yo creo que todavía se la banca, ¿no?
Y después agregó, cuando yo ya había caminado tres o cuatro pasos en la oscuridad.
— Obvio, sin abusar.
4 Comments:
Sin ironías, "Hitler, manual de uso" sería un título adecuado, sobre todo para un impecable voyeur de la Historia y de los disfraces. ¿Alquilados? Redondo.
Hola!
Publiqué este año mi primer libro de cuentos titulado "Círculo vicioso para principiantes". No trata del concepto de los libros gringos "for dummies" sino que es más un manifiesto personal de la voz narrativa para justificar su primera novatada en la literatura.
Pertenezco a un grupo literario en Guayaquil,Ecuador. Te invito a que leas nuestro blog
http://grupobusetadepapel.blogspot.com
saludos,
Miguel Antonio Chávez
Recuerdos de la tripodología felina de Eco.
Yo leería prostitución para tímidos...
a mi me gustaria escribir un libro q se llame "manual para una vida desmasificada", lo q si, no sabria con q llenarlo, pero el titulo esta...
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