Teddy responde el cuestionario Kuitca
El suplemento O[h]! del resucitado diario Perfil sacó como nota de tapa una entrevista a Guillermo Kuitca. No es este el mejor lugar para juzgar si es una entrevista feliz o no. Tampoco creo que tal lugar exista. En todo caso, como creo que mi amigo y confesor Teddy (aka Manu, aka Claudio, aka el Dali de la selva) está al nivel de Kuitca como artista plástico (quizás un poco por encima de él, pero aquí esa diferencia es irrelevante), tipié las preguntas que Analía Hounie le hizo al pintor estrella de la jungla y esto fue lo que me respondió.
1. ¿Fuiste educado no sólo para pintar sino también para triunfar?
Mis padres eran muy conservadores. Así que fui educado para la fornicación con hembras de mi especie. Algo que disfruto mucho más que la pintura. La pintura para mí es un pasatiempo, el lugar del ocio intelectual.
2. ¿Te da pánico la tela en blanco?
No, me dan pánico los periodistas.
3. Al registrar lo que descartás y transmutás en “obra de arte” bajo los trazos de tu cotidianeidad, como las servilletas garabateadas de Picasso, ¿estás telas no develan la conciencia de que es el propio artista el objeto interesante para el arte?
La respuesta a esta pregunta se divide en dos partes. La primera es “no” y la segunda es “me limpio el culo con las servilletas de Picasso”.
4. Kafka le dice a Milena en una de sus cartas: “No me juezgue tan generosamente: si me intereso tanto por usted es que, en el fondo, soy yo mismo el me interesa”. Vos, ¿para quién pintás?
Todos sabemos que la literatura y la experiencia son entes que confluyen y se influencian, pero que no pueden ser homologados. A mí me gusta pensar que Kafka en realidad tenía un terrible trozo con el cual desfondaba a sus eventuales parejas sexuales. Milena entre otras. Y yo pinto para mí, por supuesto.
5. Sos ante todo un pintor de espacios: mapas, plantas de departamentos, teatros y camitas constituyen el repertorio de tus series. Son lugares destinados al uso de personas, pero sin la presencia de sus cuerpos. Muchos críticos han visto en ellos una metáfora de los “no-lugares” de Augé, del anonimato, de la soledad y nomadismos contemporáneos.
No creo que usted haya comprendido, es más, ni siquiera leído el libro de Augé que por otra parte, aunque algún interés despierta, es malo. Sin embargo, el anonimato, la soledad y el nomadismo contemporáneo me interesan. No en su faceta dramática, sino como elementos que están ahí y generan subjetividad. Y las camitas... ¿querés que te muestre para que uso las camitas?
6. ¿Por qué presentar una muestra retrospectiva y escribir una autobiografía siendo tan joven? El subtítulo de tu vida podría ser “la vida apurada”.
Una retrospectiva se puede hacer a cualquier edad. Mi primera restrospectiva se hizo a los quince años y coincidió con la fiesta de iniciación de mi hermana gemela, Isis. Literalmente prendimos fuego la selva ese día. Mi vida no es apurada. En todo caso, la suya es lenta. Mi autobiografía es una empresa descomunal, llevó escritas ya doce mil páginas.
7. ¿Renunciarías a la pintura?
No creo. Incluso si me ganara la beca Kuitca seguiría trabajando en mis acuarelas y óleos. Lo hago por placer. Y mi necesidad de placer es infinita.
8. ¿Qué hacés mientras tanto?
Cabalgo a la luz de la luna.
1. ¿Fuiste educado no sólo para pintar sino también para triunfar?
Mis padres eran muy conservadores. Así que fui educado para la fornicación con hembras de mi especie. Algo que disfruto mucho más que la pintura. La pintura para mí es un pasatiempo, el lugar del ocio intelectual.
2. ¿Te da pánico la tela en blanco?
No, me dan pánico los periodistas.
3. Al registrar lo que descartás y transmutás en “obra de arte” bajo los trazos de tu cotidianeidad, como las servilletas garabateadas de Picasso, ¿estás telas no develan la conciencia de que es el propio artista el objeto interesante para el arte?
La respuesta a esta pregunta se divide en dos partes. La primera es “no” y la segunda es “me limpio el culo con las servilletas de Picasso”.
4. Kafka le dice a Milena en una de sus cartas: “No me juezgue tan generosamente: si me intereso tanto por usted es que, en el fondo, soy yo mismo el me interesa”. Vos, ¿para quién pintás?
Todos sabemos que la literatura y la experiencia son entes que confluyen y se influencian, pero que no pueden ser homologados. A mí me gusta pensar que Kafka en realidad tenía un terrible trozo con el cual desfondaba a sus eventuales parejas sexuales. Milena entre otras. Y yo pinto para mí, por supuesto.
5. Sos ante todo un pintor de espacios: mapas, plantas de departamentos, teatros y camitas constituyen el repertorio de tus series. Son lugares destinados al uso de personas, pero sin la presencia de sus cuerpos. Muchos críticos han visto en ellos una metáfora de los “no-lugares” de Augé, del anonimato, de la soledad y nomadismos contemporáneos.
No creo que usted haya comprendido, es más, ni siquiera leído el libro de Augé que por otra parte, aunque algún interés despierta, es malo. Sin embargo, el anonimato, la soledad y el nomadismo contemporáneo me interesan. No en su faceta dramática, sino como elementos que están ahí y generan subjetividad. Y las camitas... ¿querés que te muestre para que uso las camitas?
6. ¿Por qué presentar una muestra retrospectiva y escribir una autobiografía siendo tan joven? El subtítulo de tu vida podría ser “la vida apurada”.
Una retrospectiva se puede hacer a cualquier edad. Mi primera restrospectiva se hizo a los quince años y coincidió con la fiesta de iniciación de mi hermana gemela, Isis. Literalmente prendimos fuego la selva ese día. Mi vida no es apurada. En todo caso, la suya es lenta. Mi autobiografía es una empresa descomunal, llevó escritas ya doce mil páginas.
7. ¿Renunciarías a la pintura?
No creo. Incluso si me ganara la beca Kuitca seguiría trabajando en mis acuarelas y óleos. Lo hago por placer. Y mi necesidad de placer es infinita.
8. ¿Qué hacés mientras tanto?
Cabalgo a la luz de la luna.
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