Anagrama, mon amour
Mi primer encuentro con Kureishi fue en La Carbonera. Con dirección de Javier Daulte, Carlos Belloso hacía del hombre maduro y disconforme que protagoniza Intimidad. La adaptación era de Gabriela Izcovich, que en ese mismo teatro no mucho después, y con un elenco parecido, montaba otra novela Anagrama, Terapia de David Lodge. En el recuerdo, las obras se me confunden. Belloso se separa de su mujer y un amigo le da refugio. Su mujer anda con otro y el trata de reencausar su vida. Gonzalo Kunca, el amigo, prácticamente hacía el mismo papel en las dos obras. En una era productor de televisión.
Después encontré una entrevista a Kureishi en una Ajo Blanco del 91 donde decía: “Los ochentas fueron una época horrible. Un shock para la gente como nosotros, como una patada. Años represivos y regresivos. Todo era vacío, sólo contaba el dinero”. En el copete de la nota se leía: “A esta altura no debería sorprendernos que el mejor cronista de la Inglaterra actual no se llame Smith o Jones”.
El recorrido de Kureishi tiene algo de trágico y bastante de lugar común. Joven revolucionario de café, viejo burgués desencantado, divorciado, novelista; sus personajes, bien construidos, son reflejos autobiográficos de su persona. La nota de originalidad la aporta ser inglés, hijo de un funcionario paquistaní. Cada tanto, dirigir películas exitosas.
Buenos Aires es una megalópolis, pero al mismo tiempo nada puede arrancarla de su ubicación periférica. La mayoría de las modas literarias las recibimos tamizadas, llegan sin fuerza, o con una fuerza discriminada que hace mella en algunos más que en otros. Un amigo me dice: “Homi Baba, Sai Baba, ¿qué me carajo importa la producción cultural inglesa de influencia asiática? ¿No es demasiado rebuscado?”.
Es verdad que el problema racial que encarna Kureishi como hijo de inmigrantes parecería no afectar a la Argentina. Resulta un poco traído de los pelos comparar Londres con Buenos Aires, a los paquistaníes con los bolivianos y a los hindúes con los peruanos. En todo caso, acá tenemos nuestras propias problemáticas. Sin embargo, el autor de El oído en su corazón nos habla de gente que se busca, se ama, se rechaza, se equivoca y se vuelve a juntar. De eso hay en todos lados.
(Publicado en el suplemento Cultura de Perfil)
Después encontré una entrevista a Kureishi en una Ajo Blanco del 91 donde decía: “Los ochentas fueron una época horrible. Un shock para la gente como nosotros, como una patada. Años represivos y regresivos. Todo era vacío, sólo contaba el dinero”. En el copete de la nota se leía: “A esta altura no debería sorprendernos que el mejor cronista de la Inglaterra actual no se llame Smith o Jones”.
El recorrido de Kureishi tiene algo de trágico y bastante de lugar común. Joven revolucionario de café, viejo burgués desencantado, divorciado, novelista; sus personajes, bien construidos, son reflejos autobiográficos de su persona. La nota de originalidad la aporta ser inglés, hijo de un funcionario paquistaní. Cada tanto, dirigir películas exitosas.
Buenos Aires es una megalópolis, pero al mismo tiempo nada puede arrancarla de su ubicación periférica. La mayoría de las modas literarias las recibimos tamizadas, llegan sin fuerza, o con una fuerza discriminada que hace mella en algunos más que en otros. Un amigo me dice: “Homi Baba, Sai Baba, ¿qué me carajo importa la producción cultural inglesa de influencia asiática? ¿No es demasiado rebuscado?”.
Es verdad que el problema racial que encarna Kureishi como hijo de inmigrantes parecería no afectar a la Argentina. Resulta un poco traído de los pelos comparar Londres con Buenos Aires, a los paquistaníes con los bolivianos y a los hindúes con los peruanos. En todo caso, acá tenemos nuestras propias problemáticas. Sin embargo, el autor de El oído en su corazón nos habla de gente que se busca, se ama, se rechaza, se equivoca y se vuelve a juntar. De eso hay en todos lados.
(Publicado en el suplemento Cultura de Perfil)
3 Comments:
Afanto, por favor, dejá de parasitar, che.
a mi me parecio (avlaro, mi lectura se reduce al buda del sub) q tiene + influencia de tv yanqui q oriental... estoy medio out, pero porqué se lo retoma al muchacho?
yparece calamaro
Viene para la feria...
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