Lichtenstein con Cheever
En el Prefacio a sus Cuentos y relatos, John Cheever dice que le hubiera gustado invertir el orden cronológico de sus textos y aparecer como un hombre mayor desde el principio, ocultando así la impresión que le iba causando el mundo a medida que escribía. Para marcar ese aprendizaje lento y paulatino usa un paralelismo llamativo.
“Creo que el nacimiento de un escritor, a diferencia de lo que ocurre con un pintor –escribe Cheever–, no revela nexos interesantes con su maestros. En la formación de un escritor uno no encuentra nada parecido a las primeras copias que hizo Jackson Pollock de las pinturas de la Capilla Sixtina, con sus interesantes referencias cruzadas a Thomas Hart Benton. Uno puede ver al escritor aprendiendo torpemente a caminar, anudándose la corbata, haciendo el amor, comiendo con tenedor sus arvejas. Parece muy sólo y está decidido a autoeducarse.”
El Prefacio a Cuentos y relatos es uno de esos prólogos excepcionales. Tan bueno, o incluso mejor, si eso es posible, que el de Los Lanzallamas o el de Crash. De alguna forma lo que señala Cheever es que cuando nos enfrentamos a un cuento o una novela, casi siempre lo vemos como algo acabado. No hay mucho lugar a dudas. Nuestro prejuicio nos dicta que el lenguaje es en sí mismo algo que se realiza en forma completa y eso le exigimos incluso al más novato de los escritores. Salvo en algunas ocasiones hablamos de “el joven Borges” o “el joven Marx” como un marca destinada a ubicar la obra en relación con el autor.
Las diferencias entre Pollock y Lichtenstein son muchos más densas que las que pueden resumirse entre la modernidad y la posmodernidad. Pero la comparación parece útil, o mejor, desata una incompatibilidad.
“Creo que el nacimiento de un escritor, a diferencia de lo que ocurre con un pintor –escribe Cheever–, no revela nexos interesantes con su maestros. En la formación de un escritor uno no encuentra nada parecido a las primeras copias que hizo Jackson Pollock de las pinturas de la Capilla Sixtina, con sus interesantes referencias cruzadas a Thomas Hart Benton. Uno puede ver al escritor aprendiendo torpemente a caminar, anudándose la corbata, haciendo el amor, comiendo con tenedor sus arvejas. Parece muy sólo y está decidido a autoeducarse.”
El Prefacio a Cuentos y relatos es uno de esos prólogos excepcionales. Tan bueno, o incluso mejor, si eso es posible, que el de Los Lanzallamas o el de Crash. De alguna forma lo que señala Cheever es que cuando nos enfrentamos a un cuento o una novela, casi siempre lo vemos como algo acabado. No hay mucho lugar a dudas. Nuestro prejuicio nos dicta que el lenguaje es en sí mismo algo que se realiza en forma completa y eso le exigimos incluso al más novato de los escritores. Salvo en algunas ocasiones hablamos de “el joven Borges” o “el joven Marx” como un marca destinada a ubicar la obra en relación con el autor.
Las diferencias entre Pollock y Lichtenstein son muchos más densas que las que pueden resumirse entre la modernidad y la posmodernidad. Pero la comparación parece útil, o mejor, desata una incompatibilidad.
Si es verdad que en la pinacoteca que mantiene on line la Fundación Roy Lichtenstein pueden verse sus coqueteos con el expresionismo abstracto y sus primeras copias de Picasso, el artista nunca abandonó ese gesto. Digamos, incluso, que el gesto lo acompañó siempre. Están, para poner dos ejemplos, los iniciales Cowboy in horseback de 1951 o Indians Pursued by American Dragoons After Wimar de 1952, que trabajaban directamente sobre el cubismo y podrían ser considerados como "esos primeros pasos" que señala Cheever en los pintores.
Cowboy on Horse Back. 1951, Oil on canvas, 46.4 x 50.8 cm.
Ya en 1961, con el famoso Look Mickey y la serie de Popeye, si bien con texturas diferentes, con colores y líneas menos acabadas, aparecen las primeras pruebas de reproducción de una viñeta.
Look Mickey, 1961. Oil on canvas, 121.9 x 175.3 cm.
Y enseguida el desplazamiento técnico y teórico llega muy temprano a su apogeo. Waahm!, de 1963, incluye todos movimientos que van a identificar a Lichtenstein como creador y agregan una cuota innegable de violencia que las tiras para niños, como los personajes de Disney, no tenían.
Whaam!, 1963. Oil on canvas. Dos paneles, 172.7 x 421.6 cm.
Mientras Pollock pasó de sus reproducciones de la Sixtina a sus drippings, y Cheever ve ahí una evolución que podría, o debería, aplicarse al trabajo también artesanal, después de todo, del escritor, Lictenstein nunca dejó de duplicar y versionar. Tuvo sus pruebas, que hoy vemos comoesbozos tempranos, pero muy rápidamente se dio cuenta de que en las reglas de la copia y la reproducción se jugaba el arte más representativo de la segunda mitad del siglo XX.
7 Comments:
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Los escritores también en sus comienzos imitan, es parte del proceso de aprendizaje y de la falta de experiencias propias, de latigazos y cruces con otras disciplinas, que de alguna manera, aguardan en el futuro.
Pero la cuestión más interesante, dejando de lado los aparatos críticos instituídos después, es cómo gente como Pollock o Lichtenstein, terminan por producir cosas que bordean el arte y la banal, lo serio y la impostura burlona, la crítica y la falacia, lo anecdótico y lo mudo. Es como si Pollock, ascendiendo a ese estudio imitativo de la Capilla Sixtina, se hubiera dado cuenta que quedaba mudo, que no tenía que ofrecer nada nuevo al mundo. Y entonces, con furia, con pasíón, se imagina tirando baldadas de color a los techos, destruyendo las figuras, los siglos, el aura. Pero su reacción lo redime, se conforma con los márgenes, y descubre esa operación banal, ese gesto, que lo acerca a lo moderno, y define su arte. Un arte de la reacción. Algo que interesa "críticamente" por sus efectos, pero no por su "producto"; ya que no "narra", sólo grita. Duchamp fué más honesto, se cansó y se dedicó a joder, a divertirse con la reacción y conmovernos como cuando vemos nenes inventando juegos en la plaza.
Lamento haber aburrido, yo también, al anónimo jorge glusberg.
Saludos.-
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en pintura se da algo que es totalmente distinto al proceso literario, muchas veces las limitaciones del pintor, producen un estilo, que se transforma en tic, y es aceptado y aplaudido. Pollock, durante los 30 hace carbonillas,(sucias y faltas de proporcion), copias de los muralistas mejicanos, descubre el acrilico, que se habìa fabricado para rivera cuando trabaja este eeuu,(y el post-cubismo), a la vez una teoria que tiene que ver con la proyeccion del impulso gestual, (sus pinturas de los 4o,todavia criticables), de ahi a chorrear con un pie dentro de la tela puesta en el piso llega pronto, y cuando la cosa se repite y lo cansa el hastio-muerte-suicidio. alejandro
Muy interesante tu comment, alejandro; obviamente es tu campo. Pero también concuerda un poco con mis impresiones, es decir, que pintores como Pollock o Lichtenstein, muestran una limitación personal que coincide con los límites entre el arte y la moda (capaz que soy un poco filisteo en estas aproximaciones.) Por eso me gusta ese monstruo fascinante que es Max Ernst: un tipo que se ponía a hacer collage hasta el aburrimiento, y de repente, cambiaba y hacía sus experimentos con texturas, y luego se disparaba hacia otra dirección. Dominaba las técnicas académicas y proponía nuevas técnicas para el futuro. Preferencias . . .
Que los durmientes sigan zezeando.
terranova, el ladri de américa. y te lo digo yo!
En cada cuadro de lichtenstein hay una transformación de la referencia a una obra ajena que ha reproducido, mediante una nueva utilización personal en un nuevo contexto(el cuadro del comics, luego de aislado por el, és retocado y ampliado por este decenas de veces),La presentación aislada, el ligero retoque y la ampliación constituyen, en su caso, la transformacion de la referencia, su inserción en un nuevo contexto. Como puede verse, lo de transformacion. lo de personal y lo de nuevo es muy poco.
Esta antinomia "copia vs.invención", planteada por primera vez como problema artístico serio a proposito de Duchamp y sus "ready-made",fue resuelta por este a favor de la copia, a afirmar que a través de su firma artística sobre un urinario de producción industrial en serie- que lo esencial del acto creativo era la elección del artista, el gesto de este cuando escogía tal o cuál cosa-cualquiera-para hacer de ella una obra de arte,en otras palabras, que la copia (y hasta la apropiación directa)también puede ser creación. "Lich", se empeña en estas dos actividades, la de reproducir MECANICAMENTE,obras ajenas sin disimular la fuente (copia)y la de emplezarlas en un nuevo contexto(y he aquí la parte de invención)resulta también comprensible su uso de fotos mediante el silkscreen (photo-sreen), tecnica especial para este trabajo de manipulación paradojicamente personal e impersonal a la vez. El producto habilmente fabricado resulta con la cotidiana inofensividad de un anuncio de coca cola. karla
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