Monday, June 11, 2007

una suave intensidad


Sobre Grafías de Carlos Caputo

Es sabido, el punk llegó a Buenos Aires a fines de los 80. Su realización vernácula excedió a la música y desbordó de maneras diferentes en otras disciplinas. Algunas de esas forma de trabajo hicieron amalgama y se constituyeron con el nombre de “under”. Como una vanguardia tangencial, desganada y hasta perezosa, sin pronunciarse estrepitosamente, sin reafirmarse en postulados que lo comprometieran demasiado, los artistas plásticos de lo 80 –que duraron hasta bien entrados los 90– recorrieron un camino que los fue desgajando de sus primeras y potentes juventudes hasta convertirlos en algo más parecido a clásicos de la historia argentina. Entre la hibridación formal y las estrellas de un rock posdictadura como dilectos retratados, todavía lejos de su expansión digital, la fotografía tuvo en esos años un desarrollo esquivo.

“Ante todo soy fotógrafo y con eso me basta y todas las ideas que tengo o surgen son como fotógrafo” así se definía a sí mismo Carlos Caputto. La frase no es una tautología. Más bien confirma la toma de posición de una obra que no respondía y no responde a los estereotipos de su disciplina.
La galería Estrella del Sud presenta en estos días una selección paradigmática de la obra de Carlos Caputto y relanza Grafías, un libro muy bien editado por la revista Tsé Tsé en el 2004. “Fotografías intervenidas” podría ser el subtítulo de la muestra, que, en una acertada elección de unidad, evita los dibujos y hace centro en las fotografías. Fotos intervenidas, entonces, producidas entre 1986 y 1995. Pero el acto de intervenir, ¿en qué consiste? Parece, por lo general, un proceso de superposición. Si hay transformación, y la hay, se da cuando algo se agrega, cuando algo se cambia sumando. Al mismo tiempo, la obra de Caputto contrarresta la adición con un especial hincapié en una estética de la discontinuidad y lo difuso para constituirse, finalmente, como una agresión no hacia la técnica pero sí a la sobrevaloración de su uso: “Los elementos técnicos para mí no tienen peso –escribió Caputto–, lo que sí es indispensable es la mirada, la forma d ver para llevarla al papel fotográfico, porque no es la cámara, sino quién está detrás de ella.”

Retratos. La gente domina lo que exhibe en Estrella del Sud. Las caras de José Garofalo, Guillermo Kuitca, Rodolfo Azaro, Nushi Muntaabski y un autoretrato fechado en Milán entre el 85 y 89, entre muchos otros, fundan el gesto estructural de la muestra. De la distancia en los ojos de Ana Eckell a la mirada libidinal y desprejuiciada de Rodolfo Azaro, no es difícil comprobar la preferencia de Caputto por los retratos. Sin embargo, algunos paisajes, la mayoría abriéndose paso entre una neblina real o provocada, construyen un contrapunto para los rostros: el vacío en la cancha de basquet al aire libre, bruma en un parque, un astronauta taciturno o perplejo que vive en un remolque. Hay algo evasivo en la obra de Caputto. Un gesto de escapar a la autoridad. El fuera de foco trabaja en este sentido. Parecería que entre las muchas suspensiones que realiza su obra, también se corta el proceso de síntesis. Esto, y el tamaño de las copias y los motivos elegidos, redunda en un efecto de intimidad, quizás el única sentimiento donde Caputto es preciso.

Técnica. “Considero, pero es sólo mi opinión –escribió en el ´94, reforzando sus ideas–, que ciertas imágenes hacen pensar en el equipo que se usó para realizarlas. Esas fotos a mi me distraen, no me llegan, me hacen analizarlas desde un punto de vista meramente profesional”. Siguiendo con esta línea, ¿es tan importante remarcar la famosa técnica de goma bicromata, cuyo “principio fundamental es la sensibilidad del bicromato de potasio a la luz”, que Caputto exploró y utilizó a menudo? ¿No es un error ponerla tan en primer plano a la hora de hablar de sus fotografías? Quizás sí, quizás no. Imposible negar que son parte esencial de la narrativa del fotógrafo como artista.

Más allá de la obra, aunque unida a ella en un continuo que ninguno de los crítico que trataron sus fotografías nunca desestimó, la biografía de Caputto tiene todos los elementos para el mito. La muerte de sus padres en un accidente automovilístico, el exilio y el romance epistolar a la distancia con la que sería su mujer, su vida como escenógrafo de La Scala de Milán, el suicidio de su hermano, su primer y tardía muestra individual en la Argentina sobre fotos tomadas en Jerusalén a principios de la década del 90, su trágica muerte en el 95 a causa de un asma que lo perseguía desde la infancia y esos procedimientos ariscos, rebuscados pero de resultados simples, lo hacen un personaje atractivo que crece a medida que su obra se comienza a reconocerse como tal.El tiempo, que es inobjetable, hace que, a la larga o a la corta, el arte contemporáneo se transforme en otro tipo de arte. Carlos Caputto fue parte de la época que le tocó vivir y la transitó con una despreocupación seria, desprovista de pompa, pero no de una suave intensidad.

3 Comments:

Blogger Sparhawk said...

Muy buena la reseña del trabajo de este fotógrafo, Terra.

L

6:04 PM  
Blogger Terra said...

Gracias, Luis. Me gustó ma´s escribir la nota que la muestra en sí. Gran abrazo, Terra.

11:59 PM  
Blogger AL-JAZERRA said...

terra,hola,
la foto grande de la nota el gordo pelado de la camisa rayada es Rodolfo Azzaro,fue uno de los grandes artistas, dibujante que tuvimos. fue el que dibujo la secuencia de los martillos en la pelicula "the wall", de pink floid, vivio tiempo con ellos en la india todos grandes drogones, era muy amigo de bob geldorf, volvio a la argentina en el 86 a casarse y la novia lo dejo unos dias antes, había quemado todas sus pertenencias en inglaterra y murio aca al poco tiempo capaz que de tristeza. un gran tipo, saludos. alejandro.

12:26 AM  

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