Sunday, August 26, 2007

Del amor como enfermedad


Dino Buzzati (1906-1972)

Reverenciado por Borges pero poco conocido en la Argentina, fue un narrador exitoso que escribió alegorías sobre el tiempo y la soledad, así como best sellers sobre los desencantos amorosos. Con el Milán de los años 60 como escenario de fondo, la novela “Un amor”, sobre las pasiones no correspondidas, y “Poema en viñetas”, que retoma el mito de Orfeo, llegan por primera vez a la Argentina en excelentes traducciones.

La memoria enciclopédica argentina recuerda El desierto de los tártaros y asocia a su autor, el italiano Dino Buzzati, con el narrador canónico Franz Kafka. Así, al menos, lo leyó Borges, su mejor y al mismo tiempo más incompleto propagandista local. El prólogo que escribió para una temprana edición castiza de la novela habla de “la infinita postergación, pero también del silencio y de la reticencia”. Lo que con escrupuloso y pausado detalle Buzzati cuenta en El desierto... es la preparación del teniente Giovanni Drogo para entrar en combate con unos tártaros que nunca llegan.

Dentro de la Fortaleza Bastiani, donde las acciones se repiten y el único enemigo real es el tiempo, el autor somete a su protagonista a la precisa tortura de la espera. En el silencio y la postergación, entonces, el estado de guardia dura décadas. De allí que el mecanismo de la novela no sea apto para depresivos. Sin embargo, más allá de El desierto de los tártaros y pese al encadenamiento con Kafka, la obra de Buzzati tiene otras aristas. Gracias al esfuerzo de la Editorial Gadir, que desembarca ahora en la Argentina, este narrador italiano conoce nuevas traducciones al español, que muchas veces lo sacan del limbo de lo inédito.

El amor y la angustia. Antonio Dorigo, un poco agraciado pero exitoso escenógrafo, conoce a Laide, una mujer treinta años menor que él, bailarina profesional y prostituta, liberal conocedora de la noche y del Milán secreto “ajeno a las crónicas y a las guías”. Estos son los personajes de Un amor, best seller que Buzzati publicó en el ’63. De un breve y minucioso tratado sobre el prostíbulo, la novela salta rápidamente a una serie de acontecimientos formateados en la desconfianza. El libro entero puede ser reducido a la miseria de Antonio y a la manipulación de Laide.

Ella se hace llevar hasta Módena, y él le cree que va a ver a un primo; ella se escapa, le cuenta que su tía está enferma y él sufre al poseer su cuerpo pero no su atención. Es posible, entonces, que promediando la lectura –pese a que Buzzati es un prosista pulcro y controlado, o quizás a causa de eso– la tensión narrativa pierda fuerza y despunte un poco el tedio. Sin embargo, de construcción sólida, Un amor cuenta con muchísimos aciertos. La esmerada descripción del amor como una enfermedad o una guerra, el autoengaño y la humillación y el preciso examen de la psicología del protagonista –verdadero laboratorio paranoico– funcionan como motores narrativos que alternan y no se detienen. Buzzati narra las esperas de Antonio, mesurables en horas y hasta en minutos, con el preciso cronómetro de la angustia cuyo tictac recuerda la mirada fascinante de la serpiente.

La ciudad oculta. En 1969, Buzzati, que también era artista plástico, dio a conocer su Poema en viñetas - Novela gráfica, una serie de dibujos y textos que retoman el mito de Orfeo y Eurícide en clave pop. Esta vez, el amante es Orfi, un popular proto-rocker, y el submundo al que desciende a buscar a su amada resulta idéntico a Milán. “Para ti, Orfi, es Milán –le dice el portero–, por ser Milán tu vida; para otro es Zagreb, Karlsruhe, Paraná. ¿O te lo imaginabas como lo describió Dante?”.

Mientras la fortaleza Bastiani no tiene una ubicación precisa –lo cual refuerza el ambiente alegórico de El desierto de los tártaros–, Un amor también sucede en el Milán dividido de los 60. Por un lado, la ciudad superficial de las modas y los modales. Por el otro, los recorridos oscuros, que sobreviven ocultos, casi medievales, de los cuales Laide es consecuencia, emergente, “el símbolo de un mundo plebeyo, nocturno, alegre, vicioso, perversamente intrépido y seguro de sí mismo que fermentaba con vida insaciable en torno al tedio y a la respetabilidad de los burgueses”.

Construido en esa tensión, Un amor propone, en el fondo, una tesis política. La división de clases determina humores y comportamientos. Mientras Laide es “descarada, pícara, coqueta, vulgarota, segura de sí misma”, Antonio encarna al típico burgués satisfecho en su tedio y su fragilidad. Su unión es de necesidad y el hastío de uno es el deseo del otro, pero es en el proletario donde parece refugiarse la vida. Al final del capítulo XXXI de la novela, al pasar surge la dislocada alegoría kafkiana. Antonio examina su posición de sufriente irredento y la compara con la de un príncipe altivo que por orden del rey es desnudado y encadenado a un remo de una galera. El rey no explica el porqué y, sin embargo, el príncipe comprende confusamente que debe existir un motivo justo. El guiño también propone una hipótesis de lectura. Como si, invirtiendo la relación con Kafka, Buzzati mostrara que la desesperación no siempre es filosófica o tiene forma de metáfora, y puede vivir en la indeterminación de un amor cortado por las afectaciones sociales o en las arrebatadas obsesiones de un solitario.

2 Comments:

Blogger tennisjournalist said...

Hola. Me gustó mucho tu blog. Este artículo me pareció muy interesante.
Te cuento que tengo un blog sobre literatura, cine, música, deportes y otras cosas. La dirección es http://todoloqueimagines.blogspot.com
Me gustaría que lo visites y me dejes tu opinión.
Saludos.

6:12 PM  
Blogger el aerolardo said...

Gracias por el libro, Terranova.
Lo aprecio más en cada lectura.

Me dijeron que "El desierto de los tártaros" está mejor el libro que la película, entonces, a por él!

10:06 PM  

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