Diario de la mudanza (XI)
Aunque no tenía defensas de ningún tipo ni reservas propias, Hitler decidió que Stalingrado era una fortaleza y que como tal debía ser defendida. Paulus demandaba “libertad de acción” casi a diario para poder retirarse, pero se le ordenó que resistiera. Para abastecer a los soldados se diseñó un plan imposible. Un puente aéreo tenía que hacer llegar todos los suministros necesarios para que el Sexto Ejército continuara operando. Se prometieron trescientas toneladas por día, pero los aviones de carga Junkers 52 y los Heinkel 111, perjudicados por las tormentas y los cazas rusos, apenas si cumplieron con trescientas cincuenta en la primer semana. Los cargamentos mejoraron pero nunca cumplieron ni la mitad del mínimo indispensable.
Demasiado rápido Stalingrado se transformó en Das Kessel, la caldera, o directamente en la Schickalsstadt, la ciudad fatídica. Los soldados alemanes comenzaron a morir congelados, o de cólera o tifus. Muchos también murieron de inanición. Simplemente las raciones no llegaban y el frío hacía el resto.
Cuando los soviéticos avanzaron sobre el territorio ganado por los alemanes, tomaron o destruyeron los aeropuertos que hacían de base al puente aéreo. Así que muchas posiciones comenzaron a depender exclusivamente de cajas atadas a paracaídas lanzadas desde el aire. La navidad fue algo duro.
Kurt Reuber, el médico de la 16ª División Blindada, era también artista aficionado. Así que, esperando el 24 de diciembre, tomó un mapa ruso y en su cara lisa dibujó un madre abrazando a su hijo. Cuando terminó el dibujo, Reuber lo colgó en una de las paredes de su búnker. Su talento era modesto pero todos soldados que entraban se detenían a mirarlo. Algunos se ponían a llorar. El lugar se convirtió en una especie de santuario. Los alemanes lograron salvar la virgen y hoy puede vérsela en la Iglesia del Emperador Guillermo en Berlín. Reuber fue tomado prisionero por los soviéticos y murió en un campo Yelabuga en enero de 1944.
Demasiado rápido Stalingrado se transformó en Das Kessel, la caldera, o directamente en la Schickalsstadt, la ciudad fatídica. Los soldados alemanes comenzaron a morir congelados, o de cólera o tifus. Muchos también murieron de inanición. Simplemente las raciones no llegaban y el frío hacía el resto.
Cuando los soviéticos avanzaron sobre el territorio ganado por los alemanes, tomaron o destruyeron los aeropuertos que hacían de base al puente aéreo. Así que muchas posiciones comenzaron a depender exclusivamente de cajas atadas a paracaídas lanzadas desde el aire. La navidad fue algo duro.
Kurt Reuber, el médico de la 16ª División Blindada, era también artista aficionado. Así que, esperando el 24 de diciembre, tomó un mapa ruso y en su cara lisa dibujó un madre abrazando a su hijo. Cuando terminó el dibujo, Reuber lo colgó en una de las paredes de su búnker. Su talento era modesto pero todos soldados que entraban se detenían a mirarlo. Algunos se ponían a llorar. El lugar se convirtió en una especie de santuario. Los alemanes lograron salvar la virgen y hoy puede vérsela en la Iglesia del Emperador Guillermo en Berlín. Reuber fue tomado prisionero por los soviéticos y murió en un campo Yelabuga en enero de 1944.
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