Tuesday, October 18, 2005

diario de la mudanza (IX)

El gato estornudó. Una vez. Dos veces. No sabía que los gatos podían estornudar. Celia dijo que hacía frío y era verdad. Cobré el dinero de los cuentos. Hice un trabajo a conciencia pero igual la cosa seguía sin arrancar. Lo lamento por todos. Con honestidad. Buenos Aires no necesita otra colección de cuentos mal escritos. Cuando el editor me dio el cheque, también me mostró algunas tapas. Estábamos en el living de su departamento, un lugar muy agradable. No sé si escuchó mis comentarios.

— ¿Qué estás leyendo?—me preguntó.
— Un libro sobre la batalla de Stalingrado— le dije.
— ¿Un libro de historia?
— Sí.
— Ahá. ¿Y estás escribiendo?
— Estoy con un diario.
— ¿Ninguna novela?
— No, por ahora no.

Me preguntó por qué. Le podría haber dicho un millón de mentiras, pero creo que dije algo que se parecía bastante a la verdad. Quiero tomarme un tiempo. Las últimas dos novelas rebotaron en varias editoriales y quiero tomarme un tiempo para ver qué es lo que estoy haciendo mal.
— Bueno—dijo el editor—, quizás no encontraron a lector adecuado todavía.
Los editores en general son buenos relativizando.
— Eso es como echarle la culpa a los demás de lo que escribo yo— le dije.

Volví caminando. Las vidrieras de los negocios de Rivadavia ya estaba iluminadas. “Gente desquiciada abre fuego y dispara al azar en un supermercado ¿qué hacemos? Limpiamos la sangre de los muertos y seguimos comprando”. Una buena línea de un buen escritor en una entrevista aburrida. De cualquier forma me gusta la luz de los negocios sobre la calle. Como un escritor loco y huraño, así voy a terminar. Barba y las uñas sucias, todo el día en pijama. Escuchando el concierto para violín número uno en Re de Paganini y caminando entre cajas abiertas. No es una perspectiva tan mala.

¿Quieren algo más interesante? Hoy también fuimos al curso pre-parto. No era algo que me entusiasmara y confirmé mis sospechas. Uno no se puede pasar dos horas y medias sentado en el piso escuchando preguntas y respuestas sobre lactancia. Lo siento en el alma, pero yo no vuelvo. Celia se enojó. Me acusó de insensible. Las conversaciones eran así.

— ¿Qué pasa si no tengo suficiente leche?
— Eso no suele ocurrir.
— Pero si ocurre...
— Es algo muy raro.
— Pero ¿y si pasa?
— Bueno, siempre se puede optar por la leche en polvo.

No me sentía tan agredido intelectualmente desde el secundario. Las mujeres que daban la charla eran desagradables. Quería parece comprensivas pero daban órdenes. Había un par de hombres más. Tenían los ojos irritados y se los veía cansados. Las embarazadas prestaban atención. Había algunas a las que se les notaba el miedo. Como si estar embarazados fuera equivalente a tener que ir a la guerra. Las preguntas seguían y seguían y siempre eran la misma pregunta de diferente manera.

— ¿Voy a estar bien?
— Sí, claro, tenés que estar tranquila.
— ¿Pero voy a estar bien?
— Sí, sí.
— Me gustaría saber si es doloroso.
— No, no.
— Me dijeron que es doloroso.
— Bueno, es un parto, ¿no?

Hacía tiempo que no me enfrentaba con tanta inseguridad y tanto miedo. Y después, el castigo. Porque yo no voy a dar a luz. A vos no te va a salir una persona por el sexo. Bueno, claro, no puedo parir. ¿Qué quieren que haga? Puedo tirarme en el piso directamente y resignar la colchoneta. O si prefieren pueden clavarme un tenedor en el brazo. Si así estamos a mano, hagámoslo. Finalmente, Celia me exoneró de volver la próxima vez. Le di las gracias con énfasis. Nuestro matrimonio funciona porque nos comunicamos.

3 Comments:

Blogger Jack Celliers said...

Políticamente incorrecto lo tuyo. Una buena respuesta es que los tipos hicieron la colimba durante muchos años. Y sin ningun imperativo biológico.

10:07 PM  
Blogger Sparhawk said...

Bueno, supongo que a estas alturas, por lo menos algunas respuestas tendrán, tanto vos como Celia. Pierina no porque ella está en su gloria y lo único que les queda por hacer cuando ella dice "salten" es preguntarle "¿cuán alto?"... :-)

L

10:55 PM  
Blogger explorador54 said...

Para competir con una mujer embarazada, lo más contundente sería meterse un muñeco de plástico en el culo. Eso equivale a dos partos, ya que el bebé sólo sale, mientras que el muñeco debe hacer el camino de ida y vuelta.

10:13 AM  

Post a Comment

<< Home


Website analytics