Monday, May 14, 2007

lunes a la tarde (QD)

En la redacción vacía, leo Un escritor en guerra, las notas que tomó Vasili Grossman entre 1941 y 1945, mientras fue corresponsal del Estrella Roja en el frente. Lo leo recostado en la incomoda silla de mi escritorio y pienso que la lectura es una actividad civil, pero la escritura puede ser militar. Grossman no tiene tiempo para leer, pero sabe escuchar a los soldados con los que avanza y retrocede y a los campesinos ucranianos que lo reciben en sus cabañas y en las granjas colectivas. A veces lee cómo salieron publicados sus artículos y lee artículos de otros. Uno de los defectos del periodismo es también su condición de posibilidad. Es la escritura lo que se cambia por dinero. Muy pocas veces se paga por la lectura y en condiciones muy especiales. Un lector en el frente -un lector borgeno, sofisticado- no sería buen periodista. Quizás sí un buen general, o incluso un mariscal de campo, eso no lo dudo. Pero no un periodista que tiene que escribir como Grossman, acostado en un catre, casi sin luz, en una trinchera, sobre la caja de un camión en movimiento.

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