Tuesday, August 28, 2007

La fuerza de lo simple

El periodista y escritor Juan Terranova se propuso contar la historia de María Livia, un ama de casa salteña que escucha la voz de la Virgen.


Por Claudio Pombinho - Especial para Los Andes.


"Los peregrinos amanecen en el desierto. El paisaje es prehistórico. Un árbol en el horizonte o al costado de la ruta. A las seis menos cuarto ya es de día y no hay nubes en el cielo. El que tuvo la suerte de conciliar el sueño, se despereza. Los vidrios empiezan a templarse y el aire acondicionado trabaja bien. Los peregrinos se van animando y se escuchan las primeras quejas sobre el tránsito, el baño y el agua para el mate que se enfrió durante la noche".


Publicado recientemente por Editorial Sudamericana, "La Virgen del Cerro; María Livia y el milagro de la fe" propone una visión diferente acerca del multitudinario fenómeno despertado por María Livia de Obeid, una mujer de familia que manifiesta recibir desde el año 1990 mensajes de la Virgen María y el Sacratísimo Corazón Eucarístico de Jesús, además de estigmas en sus manos y sus pies.

Miles de personas, procedentes de todo el país, se congregan sábado tras sábado en peregrinación hacia un santuario erigido en nombre de la Virgen en la zona de Tres Cerritos, Salta, en el que María Livia brinda en Oración de Intercesión los mensajes recibidos (cuya publicación en forma impresa fue autorizada por autoridades eclesiásticas en 1997) e impone sus manos uno a uno a cada peregrino, muchos de los cuales depositan en ese momento una gran carga emocional sustentada en la inmensa fe que la mujer despierta en ellos. Con un particular enfoque trabajado con minuciosa sutileza desde el detalle y la exposición informada, esta crónica de la peregrinación asoma como una obra fresca y original, tan comprometida con el tema abordado como con su construcción literaria.

En charla telefónica con Los Andes desde Buenos Aires el autor (entre cuyas obras puede encontrarse una novela basada enteramente en diálogos entre un ginecólogo y un fotógrafo porno, o un cuento en el que trata de entretenida manera el tema del sadomasoquismo), confiesa, entre risas: "Soy como esos músicos del ochocientos que hacían música sacra o pagana según el día".


Voz de un autor inquieto


-Más allá del fenómeno de la peregrinación al cerro de Salta, que es de por sí muy atrapante, llama la atención la manera en que está construido el libro, en el que mencionás dos referentes puntuales: los 'Cuentos de Canterbury', de Chaucer, basados en el recorrido de una peregrinación, y la idea del Centón griego y romano.


- En realidad hay también un tercero, que me ayudó con la crónica y que no menciono en el libro porque es quizá muy del escritorio del escritor, el cronista o el periodista, que se llama 'Hubo una vez una guerra', de John Steinbeck: una crónica muy detallada de un viaje que él hace acompañando a un comando del ejército norteamericano que se incorpora a la Segunda Guerra Mundial, un viaje desde Nueva York hasta Inglaterra. Lo que Steinbeck hace ahí es excluirse totalmente de la narración. No aparece la primera persona. Pone una cámara y registra todo lo que pasa, mientras que en el prólogo escribe 'la historia era lo suficientemente importante como para que yo no apareciera'. El Centón aparece porque fue una especie de peregrinación por internet también: buscar información, bajar encíclicas que no tenía, cosas así. En algún sentido el libro se fue armando con retazos de información...

-Durante todo el recorrido del libro surgen digresiones, como el momento en que hablando del gobernador de Salta escribís 'Juan Carlos Romero no es un nombre excepcional' y citás desde allí una lista de personas llamadas Juan Carlos Romero que aparecen en internet, todo con un humor muy sutil…

-Me alegra que se vea eso, no quería hacer un libro solemne. Lo que más salta a la vista en la peregrinación es un ascetismo muy particular, muy fuerte, franciscano en un punto, si cabe el adjetivo, algo que me parecía que podía volver solemne lo que como en toda peregrinación -retomando con esto a Chaucer- tenía también momentos de candidez, fraternidad o humor.

-Saltemos unas páginas: aparece de manera muy fuerte en el libro esa frase de la Virgen que dice 'no le hablen de mí a la gente, cuéntenme a mí de ellos'.

-Sí, esa es una de las cosas que la Virgen le habría dicho a María Livia. Me pareció muy interesante porque en general parecería que el mandato de evangelización fuese 'Bueno, vayan y digan que yo soy muy importante, véndanme así me compran y seguimos progresando', cuando aquí está esa idea de 'no, yo quiero escuchar'. Es una frase muy linda.

-Volviendo a la peregrinación, en el relato de esos momentos aparecen personajes muy cotidianos pero de una particularidad atrayente.

-Bueno, siempre está la tentación de hacer algo mucho más barroco, y con esto volvemos a Chaucer. Por más que pasó un montón de tiempo desde que escribió los 'Cuentos de Canterbury', los peregrinos siguen siendo una masa de gente muy poco pudorosa en algunos casos y muy comunicativa en otros, un grupo que llega a un lugar y se instala. Hay siempre muchos personajes en una peregrinación, por más introspectiva que sea, y eso que la de Salta debe ser una de las peregrinaciones más introspectivas del país y del mundo. Porque realmente uno camina en silencio, reza mucho, pero igualmente lo humano, sobre todo en los momentos de distensión, aparece con mucha fuerza.


-¿La experiencia fue también para vos muy fuerte en lo personal?


-Para poder hacer la crónica uno puede tomar dos actitudes: plegarse a la peregrinación o estar siempre por afuera. En este caso yo me plegué. Viví todo lo que vivieron los peregrinos, y es muy difícil sustraerse de eso. Claro que con mis diferencias, ¿no?, porque la peregrinación está llena de conversos y de gente que a veces cree con una fuerza que puede ser saturante. Yo venía con mi educación cristiana, católica, más pragmático, menos místico en algún punto, y algunas cosas me resultaban chocantes. Son diferentes formas de encarar la fe, pero sí, fue una experiencia fuerte.

-Hay por otro lado un llamado continuo de atención a la música que suena en el lugar, la que describís como 'melodías seudo-pop kitsch de sintetizadores, bajo eléctrico y baterías programadas'.

-Es que tenés, desde los cantos gregorianos, seiscientos años de música sacra excelente, y por ahí te ponen siempre una música que vos decís… (risas). Y de golpe tocó un organista salteño, un artesano de la música, interpretó un poco de Bach, el Clave bien temperado, y fue como, ¿viste?, en el medio del bosque, esperando la comunión, fue algo fuerte...


-La primera impresión del libro es engañosa, una edición muy a tono con otras que tienen que ver con la religión.

-Sí, la tapa parece medio New Age. Era meterse en ese nicho del mercado, a ver qué pasaba ahí, eso me seducía: que pudiera leerme alguno de los peregrinos en vez de que me lean sólo aquellos que por ahí se especializan en literatura argentina o suelen tratar temas intelectuales.

-En un momento de la narración contrastás la teología con la filosofía occidental. ¿De dónde surge ese interés?

-Es algo en lo que creo y de lo que me he ido dando cuenta con el tiempo. En el libro digo que la filosofía occidental es la hermana boba de la teología. Las preguntas que se hizo la filosofía -y digo hizo porque hoy quizás entró en un globo medio extraño de vacío- son preguntas que la teología se hizo hace muchísimo, las respondió y pasó a otra cosa. Fue muy fuerte encontrarme en su momento con las confesiones de San Agustín o Santo Tomás de Aquino, ver esos textos que son tan fuertes, mismo las encíclicas, La Biblia: volver a leerla, recorrer su periferia, no solamente los evangelios o el viejo testamento sino también las cartas a los Corintios o lo que hizo Pablo, que para mí fue un gran peregrino. Creo que ahí hay textos que están tratando cosas de manera muy fuerte, cosas que no entran en ningún relativismo y que al mismo tiempo tienen un espesor literario innegable. En ese sentido, y soy un completo amateur de la teología, me interesaría mucho recuperar eso frente a otros pensadores de la filosofía que no me dicen nada, o me dicen muy poco.


-Hay cierta lucha en tus trabajos contra la 'pose intelectual de escritor', ¿verdad?

-Sí, pero no podría tomármelo tan en serio, eso es algo que se puede rastrear en toda la historia de la cultura. Personalmente trato de hacer cosas que tengan la fuerza de lo simple, no irme por las ramas: al fin y al cabo, la literatura que me gusta consumir.

1 Comments:

Blogger paula p said...

me gustó la entrevist. las respuestas, digo. Me dio ganas de leer La virgen.
buen efecto

3:10 PM  

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