jueves de madrugada
El departamento de Celia ya está en venta. Finalmente, nos vamos a mudar. Se trata de dejar el microcentro antes de que nazca el bebé. Y yo todavía no escribí esas quince páginas sobre Florida, y Lavalle, y Suipacha y Corrientes a las dos de la mañana. Como diría Flaubert, quince páginas bien escritas, ¡pero qué quince páginas! Lo debo pero sobre todo me lo debo a mí mismo. No entiendo del todo mi sentimiento. Por eso necesito escribirlo.
Un cartón de leche aplastado en Lavalle y Esmeralda me tienta. Los cines para adultos, las pequeñas galerías y sus sex-shops, los kioscos de diarios y revistas de la Avenida Córdoba, la Richmond y sus ajedecitas trasnochados, todo tenía que entrar en el cuadro. Pero me distraje, me quedé. Corrientes se sigue peridendo en el bajo. Un pibe te pide una monedad y se suena los mocos.
Los filatelistas de las galerías y los oficinistas que se demoran en los topless-bar se me escapan. Estoy terminado otra novela. Algo de todo eso fue a parar ahí, pero el microcentro es tan contradictoriamente grande y denso como una jugla llena de cuevas y abismos.
Yo vuelvo al barrio y Celia me acompaña. Caballito, Almagro. los parques, la Av. Rivadavia. Estoy entusiasmado pero el gato me mira con dos caras, la primera se parece a la cara de mi vieja: "¿En qué estuviste perdiendo el tiempo?". La segunda es más real y dice sin decir: "¿De verdad nos vamos?".
A él no le puedo mentir.
Un cartón de leche aplastado en Lavalle y Esmeralda me tienta. Los cines para adultos, las pequeñas galerías y sus sex-shops, los kioscos de diarios y revistas de la Avenida Córdoba, la Richmond y sus ajedecitas trasnochados, todo tenía que entrar en el cuadro. Pero me distraje, me quedé. Corrientes se sigue peridendo en el bajo. Un pibe te pide una monedad y se suena los mocos.
Los filatelistas de las galerías y los oficinistas que se demoran en los topless-bar se me escapan. Estoy terminado otra novela. Algo de todo eso fue a parar ahí, pero el microcentro es tan contradictoriamente grande y denso como una jugla llena de cuevas y abismos.
Yo vuelvo al barrio y Celia me acompaña. Caballito, Almagro. los parques, la Av. Rivadavia. Estoy entusiasmado pero el gato me mira con dos caras, la primera se parece a la cara de mi vieja: "¿En qué estuviste perdiendo el tiempo?". La segunda es más real y dice sin decir: "¿De verdad nos vamos?".
A él no le puedo mentir.
5 Comments:
Sobre "La Rivadavia" como la llamaba un amigo rionegrino, se siguen juntando los pibes, en la puerta del colegio; los que no tienen un puestito en el parque y apoyan los "posters" de cartón en la reja. Ya no somos "los del secundario" y el parque ya no forma junto con la obra de teatro under parte de la primer salida con esa piba, con ese chico. Ahora está enrejado por las noches. Igual tiene su encanto. Pero la fuente extraña los besos.Yo también me fui a vivir lejos detrás de mi amor. Uhh..., la nostalgia del parque Rivadavia nos puede a todos.
La obra de teatro under para la primer salida, hacer puerta en el normal, los posters... Usted es de los míos.
Oppppbio. De las tuyas.
que bueno esto que dicen. me hace pensar en la vez que lo hice con una chica 4 años mayor que yo en un banco de parque rivadavia.
otras epopeyas marcaron la entrepierna de mis jeans en ese parque también.
ahora que lo pienso, hace muchos años que no voy por la zona.
me encanta (pero como los encantamientos de los cuentos, de la magia) leerte...
esta parte esta mejor que la actual(mediados del 2007)
yo tambien me vine del microcentro a Caballito.
lastima que no tengo un par de ojos de vida a quien llevar a la calesita de la vuelta de mi casa...
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