sábado a la tarde

Estoy pasando por un proceso de poca concentración. Hablo pr teléfono. Tomo trabajos. Miró la televisión. Vuelvo a hablar por teléfono. Coordino esto y aquello. Hace unos días, con los derechos de autor que me pagó mi editoria, compré 56 discos de vinilo y se los regalé a mi hermano. En el horizonte, una mudanza, una hija para la cual el siglo XX va a ser el pasado más contudente, una novela sin terminar.

El blog sufre un poco esta falta de concentración. Le presto poca atención, lo dejo trabajando solo. El el perchero tengo colgados varios paisajes que quiero descirbir antes de dejare ste departamento. Ir sin dejar asentoado mi paso por este lugar me da un poco de angustia.

Pero entonces paro la pelota. Hace unos años me habría reprochado no ser una máquina. Hoy, duermo la siesta hasta que todo se reubique. Existe una resignación buena y útil, que nos permite seguir existiendo.

Ayer el partido semanal de waterpolo estuvo intenso. Jugué adelantado, del medio para arriba. Hice de enganche y ayudé con la marca. Sobre el final, me proyectaba con velocidad por la derecha. Tiré al arco, metí tres y di pases de gol. Mi equipo ganó ocho a cinco.