Córdoba no cree en lágrimas
A principios del 2004, Alejandra Baldovín, Luciano Lamberti y Alejo Carbonell fundaron La Creciente, la editorial cordobesa más dinámica de la actualidad. Sin fines de lucro y de neto corte independiente, apostando a la plaqueta como soporte y con un evidente gusto por las texturas raras y la simplicidad en la tapas, La Creciente formó, en menos de dos años de vida, un catálogo lúcido y potente tanto en narrativa como en poesía.
Al recorrer los títulos publicados, es clara la preferencia por autores locales y jóvenes, y se perfila una sutil forma de leer, agrupar y desarrollar la intensa variedad de proyectos personales. Entre la narrativa se destacan 222 patitos, los primeros cuentos de Federico Falco, y Sueños de siesta, donde resplandece la prosa desencantada y feroz de Luciano Lamberti.
En poesía, el catálogo se divide en dos. Por un lado, se afianza en la introspección de Giróscopo de Alejandra Baldovín y la letanía de Februario de Pablo Bellido, propuestas más bien tradicionales; y por el otro, van los poetas que decidieron reprocesar el impulso todavía fresco de la poesía de los ´90 y seguir adelante.
Excelente ejemplo de ello es Helicópteros y señoritas de Diego Monsalvo (“magiclicks fantásticos/ lámparas frígidas/ linternas histéricas inseguras y sin pilas/ láser desmesurado violento”) y la trilogía de la bestias manchadas compuestas por Fiestita de Juana Luján (“Me rapé, vendí mi pelo./ Se hicieron pelucas./ Se vistió la calvicie/ de una muñeca.”), Declaraciones mexicanas de Ana Bustos (“Si yo fuera polilla/ visitaría tu placard/ y horrible peluda gris/ me comería tu ropa/ de a poquito”) y Se Zapallo de Carolina Viarengo (“¿Cómo no pensar que estoy muriendo/ si me salen moscas del hueco del codo/ si no me explican por qué nadie me habla/ si sólo veo a mi alrededor bolsas de nylon con agua?”).
En Buenos Aires los libros de La Creciente se consiguen en el Centro de Experimentación Estéticas Eloísa Cartonera, Guardia Vieja 4237, y en las librerías Norte, Av. Las Heras 2225 y Otra Lluvia, Bulnes 640. También se hacen envíos por correo. Vale la pena visitar la eficiente página web, http://www.lacrecienteweb.com.ar/, donde se difunde con generosidad las obras publicadas y también se ofrecen inéditos.
El 2004, La Creciente distribuyó Espuma de rabia, una breve y muy precisa antología de poetas jóvenes. “¿Qué espera de los cordobeses el resto del país?” se preguntan los editores en el prólogo. Y responden: “Espera referencias al cuarteto (poesía popular cordobesa, según nos informan) por un lado, o a la mitología griega o romana o de donde sea (Córdoba la Docta), por otro. La respuesta es no. No existe, por lo menos aquí, una poesía cuyos rasgos se diferencien de la producida en otras provincias.”
La negación de la especificidad local quizás sea un incordio para los porteños neo-federalistas que enfrenten esta producción abundante y compleja, creada sin el recurso de la excusa geográfica o del regionalismo. Pero sin duda es un beneficio para esta nueva generación de escritores que desde el centro del país viene pidiendo el lugar de atención que se merece mientras mira a Buenos Aires con un gesto a veces irónico, a veces fraternal, pero siempre de sincera y vital autonomía.
(Publicado en Llegás a Buenos Aires, nº 94, 6-2006 con el título Artesanías de Córdoba)
7 Comments:
Hola Juan, soy Martín Rodríguez. Me podés conseguir el mail o algo de Alejandra Baldovín? Si es nieta, sobrina, etc. de la poeta Glauce Baldovin, entonces es pariente mía.
Abrazo.
Es la sobrina. Y está re buena.
mail: alebaldovin@yahoo.com.ar
Son buenísimos. Un LIBRAZO de esa editorial, en mi opinión, es AUTOMOTRICES, de Lucas Tejerina. Armado según el viejo concepto setentista rockero de álbum conceptual, cada poema es un auto (una marca, un modelo, un color: son todos autos perdedores, gloriosos de herrumbre melancólica) y uno (el 11) es un tango, pero un tango rutero. (Se puede cantar y todo.) La poética tiene una elegancia matemática, la imagen se va construyendo como un silogismo, verso a verso, hasta estallar en una epifanía contundente, que parece caer como un rayo de la nada por el sigilo con que se arrimó, como quien no quiere la cosa. Ej. "2":
"Soy un Fairlane color blanco,
vertical, minimalista,
y tengo el cerebro que le fue destinado a Dios:
lo tengo en mi mano.
Bueno sería que ocupara un lugar en mi cráneo.
Pero lo tengo en mi mano.
Con justo andar, en leve tercera
continúo invadiendo mi soltero territorio,
los restaurantes de pueblo, el olvido, las deudas,
todo aquello que se une gracias a la perspectiva
que va dejando atrás la óptica del espejo.
Soy un Fairlane cuya carcaza
se refleja en una nube.
Mi corazón se refleja en el cerebro de Dios.
Confirmado: somos primos.
Bueno, el próximo viaje te venís y así la saludás.
Primera vez en su blog, Cocinero. Y me gustó. Excelente este post sobre la Editorial Creciente. No la conozco pero iré a ver la web. Me parece excelente la idea. Un saludo!
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