Wednesday, September 06, 2006

La revolución es un concepto eterno

(Sobre Museo de la revolución de Martín Kohan)

El interesante humor de la tapa se desvanecen rápido. Una vez más, la figura del desaparecido manda. Y una vez más también la trama gira alrededor de un manuscrito. A mediados de la década del 90, Marcelo viaja a México y contacta a Norma Rossi, una exiliada que le lee, de un cuaderno Gloria, los apuntes de Ruben Tesare, un revolucionario desaparecido en 1975. En Museo de la revolución, mientras la falta de capítulos complica la lectura, la adjetivación es incómoda: los movimientos son “despaciosos”, la cofradía, “tácita”, el árbol, “dispendioso”. Al mismo tiempo, tanto Tesare como Marcelo recuerdan a un Seinfield serio. Al narrador, las corridas de toros le desagradan, la enchilada le hace arder la boca, las mujeres de mala vida lo intimidan. Es, en definitiva, un progresista que respeta la figura del desaparecido, reverencia su letra escrita como un fetiche y tiene una relación ambigua frente a la mujer que lo traición y condenó hace veinte años: no comprende por qué no la odia.
Fuera de las largas citas del manuscrito de Tesare, la teorización de resulta, así, inconducente. Dentro del manuscrito, las cosas cambian. Kohan aparece ahí como un fino lector de los ideólogos de la revolución. Lejos de “izquierda para principiantes”, es ingenioso y creativo, y las preguntas que se hace interpela los textos de Marx, Lenin y Trotsky en su punto justo: ¿Cómo se actualiza el Manifiesto Comunista? ¿Qué pasó el día después de la Revolución Rusa? ¿Por qué Lenin fechaba sus discursos con día y hora?
El manuscrito de Tesare construye la revolución como un objeto fuertemente conceptual y la hace reaccionar a diferentes estímulos, recurriendo sobre todo al factor tiempo. De allí que no haya ironía en la palabra “museo” del título, sino más bien objetividad. La ambición de cerrar con una vuelta de tuerca le juega en contra al libro y el final es maniqueo: el que escribe se pierde la experiencia.
¿En qué tradición leer esta novela? ¿Museo de la revolución encarna el último eslabón de una cadena que ya cedió hace tiempo? Queda claro que Kohan es uno de esos novelistas argentinos que, obsesionados por la década del setenta, no escriben sobre el presente y se sienten compelidos a opinar sobre la última dictadura. Su escritura, en todo caso, rinde mucho más en compañía de teóricos y de teorías que enfrentada al complejo y sensual mecanismo de la realidad.

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