cartas al duque (cuarenta y dos)
Querido Duque,
Le mando por este medio y como regalo de navidad algunas de las manchas de Rorschach, y no Ronchar o Rorchar, como venía poniendo brutalmente en el blog. (Dios mío, que desastres hizo Internet con la ortografía de este apellido.) Creo que le van a gustar, mi querido duque. Adjunto algunos textos propios también, de tono más bien interpretativo. Últimamente pierdo mucho tiempo con estos test y sus alucinados resultados. Cuando deje de distraerme, lo que surja de este ocio quizás sea de provecho. (Y si no, no importa.)
Hoy domingo, casi me agarra un ataque cuando el control remoto del aire acondicionado dejó de funcionar. Después, Celia lo arregló y me hizo sentir un tonto. “Pero un tonto fresco” dijo y tenía razón. Mejor un tonto fresco que sólo un tonto. Salió mi columna sobre Brecht recomendando sus poemas. Le tengo cariño a ese libro. Creo que en algún punto de mi vida, voy a empezar a releer. Como dijo el gran Nelson Rodrigues: “Solamente un burro se lee treinta mil volúmenes. Lo que importa es releer”. Es, apenas, el mejor escritor brasileño de todas las épocas. Mañana, con suerte mis reflexiones sobre la navidad, la estupidez de la contranavidad y el paganismo alegre que sólo trae tristeza.
Un abrazo,
Terra.
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