Fucking Brecht: el comunista lúdico, otra vez
Si como fabuladores de doctrinas políticas, los comunistas fueron tenazmente insuperables; sus poetas, por lo general, o resultaron malos, o no fueron tan comunistas. Parado en la encrucijada de la historia, Brecht se hizo tiempo para escribir, cada tanto, algunos versos sin triunfalismos. En el poema autobiográfico El pobre B.B., escribe “Con la gente soy amable. Me pongo/ un sombrero rígido al uso de ellos./ Digo: son animales de un olor muy especial/ Y digo: no importa, yo también lo soy.” 80 poemas y canciones, editado en 1999 por Adriana Hidalgo, presenta una selección interesante.
Algunos poemas son muy narrativos como “Los tejedores de Kujan-Bulak honran a Lenin”, donde los obreros deciden honrar a Lenin con un busto de yeso, hasta que se dan cuenta de que es mucho mejor usar el dinero para sanear un pantano. O “Desmantelamiento del carguero de Oskawa por la tripulación”, donde los bajos sueldos de los marineros terminan desencadenando desastres de todo tipo.
Los títulos, por otra parte, son muy poco militantes y tienden, si no a la deserción, sí a la vagancia y a la contemplación: “De un libro de lectura para habitantes de ciudades”, “Recuerdos sentimentales ante una dedicatoria”, “Viajábamos en un coche cómodo”. Los personajes de Brecht son boxeadores olvidados, obreros que leen y un actor comunista que “Por 3000 marcos al mes/ está dispuesto/ a poner en escena la miseria de las masas.”
Aunque pueden ser polvorientos –del polvo que trae el paso del alemán al español, dignamente resulto por Jorge Hacker–, los versos de Brecht no son piezas de museo, viven y comparten la denuncia y la ironía. ¿Sueñan los comunistas con el humor burgués? Si hay una forma para la poesía política, Brecht la conocía. Pero no se quedó solamente en ese predio de por sí válido y productivo. En Epitafio para M. escribió “De los tiburones logré escapar,/ Al tigre lo maté a tiros./ los que me devoraron/ fueron los piojos.”
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