radiografía íntima del horror
Sobre Anatomía del Facismo de Robert Paxton, Península, 2005.
Hablando de la palabra fascismo, Robert Paxton dice: “Se ha utilizado de una forma tan imprecisa, que prácticamente todo el que ostenta o esgrime autoridad ha sido fascista para alguien”. Su ensayo Anatomía del fascismo relativiza, aunque no deja de examinar, las respuestas sociológicas, psicoanalíticas o biográficas a las que considera “la innovación política más importante del siglo XX y la fuente de gran parte de sus padecimientos”, y recurre a una sutil combinación de historia y política para desentrañar sus causas y su funcionamiento.
El cuerpo central del libro se desarrolla en cinco etapas cronológicas. En el primer capítulo, titulado “La creación de los movimientos fascistas”, se narra el origen cercano a la izquierda, ligado a los veteranos de la Primera Guerra Mundial, y su nacimiento oficial el 23 de marzo de 1919 en la Piazza San Sepolcro. Aunque no se examina la complicada etimología de la palabra “fascismo”, se sobrevuelan los avatares que terminaron de consolidarla como síntesis de un movimiento con características definidas. En la segunda parte, “El arraigo”, se analiza el accionar del squadrismo y los Camisas Negras en el valle del Po, intercediendo por la fuerza a favor de los terratenientes que habían sido jaqueados por un socialismo en alza. Y en Alemania se trata el ejemplo de Schleswig-Holstein, un área rural al norte donde, entre 1928 y 1933, el nacional-socialismo encontró su principal fuerza electoral.
Los movimientos de características similares que no prosperaron, como, por ejemplo, los Camisas Verdes franceses de Henry Dorgéres, le sirven a Paxton para delinear mejor a los que sí triunfaron.En “La llegada al poder” resulta crucial el desmenuzamiento de las relaciones que, tanto en Alemania como en Italia, se trabaron con otras partes de la esfera política. “Dado que la ruta fascista hacia el poder –dice Paxton– ha pasado siempre por la cooperación con elites conservadoras, al menos en los casos que conocemos hasta ahora, la fuerza del propio movimiento fascista sólo es una de las variables determinantes de la consecución (o no) del poder, aunque se trate, sin duda, de una variable vital.”
“El ejercicio del poder” es una comparación entre las diferentes formas de encarar el gobierno en Italia y Alemania, la pugna entre el líder carismático y el partido, y las diferentes tensiones entre éstos y el Estado. La quinta etapa, “A largo plazo: ¿radicalización o entropía?”, se plantea las preguntas sobre los posibles y no tan variados finales.La sexta parte del libro, titulada “Otros tiempos, otros lugares”, funciona como un apéndice donde las diferentes extensiones e influencias del fascismo europeo en el mundo aparecen puestas en duda. Aquí Paxton sorprende por su capacidad expositiva pero también por su precisión y síntesis. El lector argentino no debería pasar por alto las cinco páginas dedicadas a Perón. Después de una breve glosa, se le reconocen al peronismo sus raíces autóctonas y su intención distributiva frente a la riqueza, para finalmente dictaminar que “pese a las posibles apariencias superficiales, la dictadura de Perón operó de una forma completamente distinta a las de Hitler y Mussolini”.
El libro se completa con un aparato crítico de notas y un esmerado y útil ensayo bibliográfico, donde los libros se citan en su idioma original. El laborioso traductor José Manuel Alvarez Flórez, sin embargo, se tomó el trabajo de buscar sus ediciones en español. Anatomía del fascismo es un ensayo inteligente y dinámico que sobresale en la órbita argentina cuya confusión permanente suele identificar “fascismo” con derecha, lo cual es errado desde todo punto de vista. Lejos del enciclopedismo, pero erudito en sus argumentaciones y siempre articulando historia con análisis político, Anatomía del facismo logra una mirada sobre el fascismo que permite “recuperar el concepto para un uso significativo y explicar más plenamente su atractivo, su compleja trayectoria histórica y su horror último”.
Paxton sabe que todo intento de definición comporta más peligros que ventajas. Consciente de eso, y, al mismo tiempo que desarrolla sus ideas, hace explícita su opción por el desarrollo antes que por el aforismo esclarecedor. “La búsqueda de la definición perfecta, reduciendo el fascismo a una frase cada vez más delicadamente afinada –escribe–, da la impresión de que impide formular preguntas relacionadas con los orígenes y la trayectoria del desarrollo fascista en vez de aclararlas. Es un poco como contemplar las figuras de un museo de cera en vez de las personas reales, o pájaros colocados en una caja de cristal en vez de vivos en su hábitat.”
(Publicado en el suplemento Cultura de Perfil. En la foto, nazis australianos.)
2 Comments:
alguna vez viste un capítulo de south park llamado "die, hippie die". sino lo hiciste te lo recomiendo. podés bajártelo del ares o si querés te mando, lo tengo en un cd.
a veces me dan ganas de poner un blog llamado "elfacho" o algo así, y que sea tan pero tan malo que la gente no use nunca más esa palabra...
Es que "facho" es un fetiche que se parece al "está endemoniado" de la iglesia universal del reino de dios (los tener que ver) o el "comunista" de los pibes que son hijos de milicos en el palomar. es como un disparador, parece que el que usa esa palabra tiene un sensor de "fachos", algo así como un mecanismo que se activa con algunas palabras o gestos, una lamparita qe se enciende... Y con eso zafan de tener que pensar en algo (en especial cuando se les habla de trabajo), zafan y se esconden.
En cuanto tenga unos mangos y tenga tiempo me voy a la librería y me compro el libro.
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