Un libro en dos mitades
(Escribí este texto para la sección La biblioteca ideal del suplemento y no quedé conforme. Había tanto para decir que me enredé. El título original era “El hijo de un armenio y el Expresionismo Abstracto” pero resultó muy largo. Realmente Barbazul de Kut Vonnegut es un libro importante para mí, tanto por su contenido como por su derrotero como objeto, pero, ¿es eso tan excepcional? Creo que no. Lo que debería hacer es contar la historia completa de ese y quizás otros libros. Cómo los regalamos y los aceptamos como regalos, cómo los perdemos, cómo los compramos y cómo los devolvemos, dónde los leemos, quién los lee con nosotros y así. Y eso deja de ser una recomendación, para transformarse en otra cosa, bastante más compleja.)
“Soy el viejo pintor americano Rabo Karabekian, un hombre tuero. Nací de padres inmigrantes en San Ignacio, California, en 1916. Empiezo esta autobiografía setenta y un años después. Para aquellos que no estén familiarizados con los misterios ancestrales de la aritmética, eso quiere decir que estamos en 1987.” Así se presenta el pintor Rabo Karabekian y en breve nos contará cómo viajó a Nueva York para transformarse en el discípulo de Dan Gregory, un ilustrador obsesivo y violento, cómo sirvió en la Segunda Guerra en el cuerpo especial de camuflage y cómo se transformó en mecenas del Expresionismo Abstracto, “el primer movimiento artístico importante originado en los Estados Unidos”.
Kurt Vonnegut es un narrador suave y honesto. Si sus personajes, arrastrados por la historia, se vuelven millonarios de la noche a la mañana, siempre hablan desde la genial resignación de la mediocridad. Barbazul puede leerse como una historia del arte norteamericano narrada por un ilustrador de revistas, pero también como una excelente novela de iniciación, las memorias de un coleccionista cínico y la reescritura de la fábula del pirata que le prohibió a su curiosa mujer mirar en una sola habitación de su palacio.
A fines de 1998 compré en un saldo la edición de Plaza y Janés. Ya había leído Matadero cinco y Pájaro de Celda y me habían gustado mucho. Ese verano me fui de vacaciones a la costa con una amiga y en un momento me dijo “basta, no me cuentes más, quiero leerlo”. Yo iba por la mitad, pero no tenía ganas de esperar para compartirlo, así que lo cortamos justo al medio, entre el sermón misógino de Dan Gregory y la muerte de la lavandera hermafrodita. Hicimos dos breve tomos y ella empezó a leerlo.
Cuando dejamos de vernos, pensé en regalarle la primera parte, pero no lo hice. Ahora lo releo y en las páginas marcadas de ese libro encuentro la vida de Rabo Karabekian, pero también un fragmento íntimo de mi propia historia.
6 Comments:
El texto está muy bien. Es correcto no ser autocomplaciente, pero no hay que zarparse. La anécdota del libro partido (adrede) es suprema, y vale por sí sola la reseña, o post, o lo que sea o como mejor sea designado.
Tengo ahí 'Buena puntería' acumulando polvo. ¿Empiezo la carretera Vonnegut por ahí, le parece?
Lo de historia de objetos me recordó la historia de 'El agujero postizo' insertada en 'El Pasado' de Pauls, de la que muchos que gustaron del libro abominan (pero no yo).
Escúchame, maldito imberbe:
Esto es sólo para decir que me divertí mucho leyendo tu post del domingo en Kaputt (donde no manejo los intríngulis técnicos ni sociales del sistema de comentarios). A pesar de que se nota que lo escribiste en un mal día, es un buen post. Pero decí graciadió que se te ocurrió redimir de tu ira, mejor dicho de tu pataleta o berrinche, a los pobres santos traductores, decí menosmal, que sinó, qué castañazo te daba, che...
De paso, esa sensación de leve decepción al releer a Vonnegut (¿pero ERA TAN bueno...?) también la tuve, y también la sensación de que se trata de un autor de libros muy entrelazados a la propia vida, amistades y encuentros: un autor-guiño, un autor-contraseña. Pero también tiene una prosa excelente constreñida a una visión del mundo algo estrecha, el tipo de visión que sólo puede tener alguien muy joven, y creo que eso es lo que decepciona al releer sus libros.
Volviendo a tu post, si ya conociste el efecto Vonnegut-al-final-no-era-tan-capo, eso quiere decir precisamente que ya sos viejo, casi tan viejo como los jovatos natos circa 1965, ja, ja...
Saludos,
Matías:
No. Te recomiendo "Matadero cinco".
Empezá mejor por ahí.
Matías: "Buena puntería" es genial, adelante. El personaje es tildado gratuitamente de nazi por ser alemán.
Xenia: Vonnegut sigue siendo un recontra capo para mí. Releo sus libros con gusto. Lo que marco como no tan excepcional es mi relación con ese libro. La tengo con otros libros y estoy seguro que a mucha gente le pasa lo mismo. Y tengo la sensación de que nunca me acercaré a los categoría 1965. Igual, gracias por tu coments, me divirtieron mucho. (Ojo Matías, "Matadero cinco" es una super recomendación.)
me imagino que ya la has visto, pero por las dudas: www.vonnegut.com-
las sculptures me matan.
Sí, un gran artista plástico también el tipo. Hay unas medias de Mondrian que cuelgan que están bárrrbaaras.
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