Monday, May 08, 2006

el cine como teoría de conjuntos



Historias de películas
Autor: Homero Alsina Thevenet.
Género: crítica cinematográfica
Editorial: Cuenco de Plata, $ 42.

Si el historiador británico Eric Hobsbawn escribiera críticas de cine, seguramente lo haría con la misma prosa clara y contundente de Homero Alsina Thevenet. El libro que la editorial Cuenco de Plata presenta en estos días, Historias de películas, generoso con los contextos históricos, es un excelente ejemplo de este estilo. Organizándolos en estricto orden cronológico, el crítico uruguayo cuenta los entretelones de treinta y siete filmes, que forman a su vez una breve historia del cine norteamericano.
No es aleatorio que la serie abra con El nacimiento de una nación de D.W. Griffith, cinta que, según Thevenet, inauguró el cine de propaganda política, generó una enorme controversia y, sobre todo, “dio origen a la carrera de crítico de cine”. Prestando atención a la influencia de la censura oficial en los guiones y las cintas de los Premios Oscar, la gran reivindicación critica que implementa Thevenet es entender el cine como un arte grupal, oponiéndose a la “teoría del autor” para analizar los productos estadounidenses. En ese sentido, Lo que el viento se llevó es uno de los grandes momentos del libro.
La aventura de su productor, David Selznick, que contrataba y cambiaba escritores y directores permanentemente, lo lleva a escribir: “La película demostró que el invento francés de una teoría del autor cinematográfico sería más correcto si advirtiera que en muchos casos ese autor es el productor y no el director”. Con una paleta de personajes ampliada, Thevenet no sólo cuenta la experiencia de los directores sino que incluye la de actores, técnicos de todo tipo y, por supuesto, productores, que a veces figuran como villanos sin escrúpulos artísticos –como el Irving Thalberg de Avaricia–, pero la mayor parte del tiempo son los que empujan las ideas y otras tantas los que sacan las papas del fuego. Al mismo David Selznick, que practicaba un “arriesgado estilo de gran jugador de póquer”, el crítico le adjudica nada menos que la entrada de Hitchcock a Hollywood.
Otro gran momento del libro es el enfrentamiento casi personal con Orson Welles por la autoría de El ciudadano. Al ego de un carismático Welles, Thevenet le opone, bien documentado, el complejo entramado de nombres, situaciones y coyunturas que se repetirá cuando cuente el rodaje de Soberbia, la segunda película del director. Ayudado por la “teoría de la colaboración”, extraída de The making of Citizen Cane del historiador del cine Robert Carringer, Thevenet escribe: “La forma más cómoda de sostener una teoría del autor es ignorar este libro y no enterarse de cómo se hacían y se hacen las películas en Hollywood”.
Sin sobresaltos, y con una fuerte impronta narrativa, Historias de películas es una obra lleno de información que nunca resigna fluidez. En primer plano, funciona siempre la anécdota del rodaje, y la síntesis aparece como una de sus grandes virtudes. Un buen ejemplo de ello es cuando el crítico recompone el trayecto que hizo la obra de teatro destinada a convertirse en Casablanca: “En los primeros días de diciembre de 1941, la Warner compró los derechos por 20 mil dólares. El domingo 7 de diciembre los aviones japoneses atacaron Pearl Harbor y provocaron la entrada de los Estados Unidos en la guerra. El lunes 8, el texto de la pieza de Burnett y Alison llegó a la oficina de Stephen Karnot, lector de argumentos en Warner”.
La pulcra erudición de Thevenet lo lleva a rastrear la etimología de la palabra “sabotaje” cuando aborda la película de Hitchcock, o a señalar el sentido de las dos cruces que reemplazan la esvástica nazi como insignia en El gran dictador, “porque double cross es la expresión inglesa para traidor”. Al mismo tiempo, propone Luces de la ciudad como una película de transición y desmiente a El cantor de jazz como el inicio del cine sonoro: “El estreno de Don Juan, primera prueba de la empresa Warner, con banda musical como fondo de una película muda, se produjo en 1926. El paso siguiente fue El cantor de jazz, con un mínimo diálogo, estrenada en octubre de 1927, fecha que marcó el nacimiento de lo que había tenido una larga gestación”.
Las pocas veces que se ocupa de filmes europeos o latinoamericanos, como Viridiana de Luis Buñuel o La Patagonia rebelde de Héctor Olivera, no deja de lograr un texto interesante y legible. La cuidada edición, que reproduce los afiches de la películas y presenta una bibliografía ordenada y completa, termina de redondear un libro imprescindible para el cinéfilo pero atractivo también para aquel que se deja seducir por las complejas historias que suceden detrás de las cámaras.

3 Comments:

Blogger evA said...

Esta la leí en versión papel el otro día (muy buena, por cierto) y me dieron ganas de leerlo; ahora entre nos, vos decis que en serio vale la pena?

6:22 PM  
Anonymous Anonymous said...

No vale ese dinero, si a eso te referís. La mitad hubiera sido lo lógico.

6:41 PM  
Anonymous Anonymous said...

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»

3:40 AM  

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