Como una ruiseñor con dolor de muelas
“Se suplica a los que no entiendan que observen con el más respetuoso silencio y que muestren un completa actitud de sumisión, de total inferioridad. Ése es su verdadero papel”, así indicaba Erik Satie, en marzo de 1913, cómo debían escucharse su Verdaderos preludios fofos para un perro. En un mundo donde las grabaciones eran experimentales y en cada hogar burgués había un piano y un pianista, Satie –como tantos otros– publicaba sus obras en papel para dar a conocer su música. Lo que lo diferenciaba era su continua intervención de esa escritura musical con indicaciones poéticas.
Así, y aunque fue un ferviente defensor de la autonomía de la música frente a otras artes, Satie escribió mucho y muy fragmentariamente. Que se presentara como “fonometrógrafo” atendía a esta actividad ligeramente absurda y dislocada de escribir sonidos. Cuadernos de un mamífero es un libro armado, un compilación de textos incidentales, poéticos o teatrales. El título, sin embargo, es de Satie. Cada vez que publicaba reflexiones en alguna revista literaria, lo hacía con ese título indistintamente del contenido. La simple y elegante edición de Acantilado, propone cuatro partes: “Para no ser leído”, “Para declamar”, “Para interpretar” y “Para cantar”.
La advertencia que abre la primer parte es clara: “Prohibo –escribe Satie– leer en voz alta el texto durante el transcurso de la ejecución. Todo incumplimiento de esta observación levantará mi justa indignación contra el petulante. No se conceden privilegios.” Lo que sigue son una serie de poemas breves cuya función sería la de poner “en ambiente” al interprete. Descripciones Automáticas empieza con un “A merced de las olas/ Una ligera bruma./ Otra./ Ráfaga de aire fresco./ Melancolía marítima”.
Entre la simpleza impresionista y la irreverencia de títulos como Embriones secos, Horas seculares e instantáneas, Capítulos que pueden girarse hacia cualquier lado y la famosa Sonatina burocrática se fija el tono del libro. La compilación de las “indicaciones de carácter” que Satie agregaba en los pentagramas es llamativa y se propone como un texto en sí mismo: “Como un animal/ Como una ruiseñor con dolor de muelas/ Como una suave petición/ Con asombro”, y así.
La parte “Para declamar” es la reproducción de Uspud, un “ballet cristiano” para teatro de sombras que Satie escribió en colaboración con el poeta J. P. Contamine de Latour. Entre el sainete proto-surrealista y una tomada de pelo al tardoromanticismo, Uspud, el héroe, vive una aventura alucinada y llena de visiones paganas inspiradas en las Tentaciones de San Antonio de Flaubert, en ese momento, el libro de cabecera de Satie.
“Para interpretar” presenta La trampa de Medusa, una comedia lírica en un acto con letra y música de Satie, donde aparecen monos mecánicos “disecados con mano maestra” y la Medusa desarrolla parlamentos que terminan “las zapatillas demasiado estrechas me obstruyen fácilmente el cerebro y quedo afónico... moralmente, se entiende.”
La parte “Para cantar” contiene Tres poemas de amor y fragmentos del drama sinfónico Socrates, un agresivo centón filosófico-poético, escrito por pedido de la princesa de Edmond de Polignac que disponía de una orquesta privada de veinticinco músicos.
Maestro de la sinestesia, el compositor define la música que acompaña los versos “blanca e inmóvil con la Antigüedad”.Estos Cuadernos de un mamífero, a cargo de Ornella Volta –que, como directora de la Fundación Erik Satie, escribe como un personaje del compositor–, se completan con una deliciosa “Vida y obra de Erik Satie comentada por el mismo señor”.
Conceptual, sensible y anti-exotista, Satie nació en Honfleur, el 17 de mayo de 1866 y murió en París, 1 de julio de 1925. Fue un compositor intenso y atrevido además de un excéntrico profesional y un alegre y sorprendente pianista de Cabaret. Les brindó reconocimiento, influencias y elogios a Debussy y a Ravel, al mismo tiempo que los ridiculizó en sus obras. Frecuentó la bohemia parisina de Montmatre y trabajó como un DJ contemporáneo superponiendo complejas progresiones armónicas a melodías infantiles o populares.
En las artes musicales o escénicas, todos los a lo largo del siglo XX reventaron alguna forma heredada del siglo XIX le deben algo. Estos Cuadernos de un mamífero, que pueden ser leídos con música o en silencio, funcionan como introducción tangencial pero interesante a su obra y se revelan como un útil mapa del personaje que a veces tocaba el piano con guantes para escandalizar y, de alguna forma, construyó las bases irónicas de la música erudita contemporánea.
3 Comments:
Bien por subirnos a Satie, son las "Variaciones sobre un mismo tema" lo que más me sigue llegando de él. Excelente, Terra.
Gracias, Bañez.
Un abrazo para ud.
Muy buena nota, Terra! Me hubiese gustado ser amigo de Satie. Me pregunto también, ¿cuánto le debe Les Luthiers a un Satie? Me lo imagino, sin ningún problema, como parte del grupo...
Un abrazo,
Luis
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