lunes a la medianoche
Volviamos por la ruta tres para la capital cuando sentimos la necesidad de parar a comer un sandwich de jamón crudo y queso y tomar un poco de jugo de manzana en Las Flores.
Estábamos con las listas, así que tratamos de hacer cada uno "los mejores cinco condimentos". Pero nos quedamos en críticas y observaciones. Supongo que estábamos cansados por el viaje.
Yo me paro en los que uso para la salsa de tomates. Son los mejores. Los conozco como si fueran viejos amigos que siempre aparecen para darte una mano. Ají molido, pimentón, laurel en hojas, pimitenta en grano y un poco de malbec.
Celia habló del estragón y el romero.
Al romero lo conozco bien. Mi viejo hacía papas con miel al horno y les ponía algunas ramitas de romero.
El estragón, sin embargo, se me escapa y Celia se ofreciñó a hacer una carne con etsragón. Ella es particularmente entusiasta del provenzal, ajo y perejil fresco. Y el orégano dice que la cansa. A mí no habría forma. Hiervan una papa con un poco de sal. Dejénla hervir bastante, y después, manteca y orégano. Eso puede ser bueno.
A la sal, el azúcar y el aceite los consideramos elemtnos básicos, asunque en realidad son condimentos. Hacer una salsa o la mezcla de los panqueques sin un poco de sal o azucar es un crimen. Queda claro de entrada que sin ellos es muy difícil cocinar. El aceite igual.
Mientras hablábamos en la estación de servicio de la ruta, me acordé cuando en el campo carnearon un cordero y nos dieron un cuarto trasero. Con un cuchillo afilado, la fui desmontando en bifecitos que fueran fáciles y rápidos de cocinar en la parrilla. Celia me dijo que el cordero se comía con un adobo a base de menta fresca, pero esa vez con un poco de sal alcanzó. Era un carne sabrosa y suave y muy tierna.
Después también me acordé, no sé por qué, de un cocinero que conocí hace mucho. Trabajaba en un lugar muy lujoso y ganaba bien, pero estaba obsesionado con los cuchillos tramontina con mango de madera. Los compraba de decenas y los escondía en los lugares más extraños de su casa. En los cajones del baño y entre los almohadones del sillón. El tipo se había especilizado en repostería. Era todo un caso.
Estábamos con las listas, así que tratamos de hacer cada uno "los mejores cinco condimentos". Pero nos quedamos en críticas y observaciones. Supongo que estábamos cansados por el viaje.
Yo me paro en los que uso para la salsa de tomates. Son los mejores. Los conozco como si fueran viejos amigos que siempre aparecen para darte una mano. Ají molido, pimentón, laurel en hojas, pimitenta en grano y un poco de malbec.
Celia habló del estragón y el romero.
Al romero lo conozco bien. Mi viejo hacía papas con miel al horno y les ponía algunas ramitas de romero.
El estragón, sin embargo, se me escapa y Celia se ofreciñó a hacer una carne con etsragón. Ella es particularmente entusiasta del provenzal, ajo y perejil fresco. Y el orégano dice que la cansa. A mí no habría forma. Hiervan una papa con un poco de sal. Dejénla hervir bastante, y después, manteca y orégano. Eso puede ser bueno.
A la sal, el azúcar y el aceite los consideramos elemtnos básicos, asunque en realidad son condimentos. Hacer una salsa o la mezcla de los panqueques sin un poco de sal o azucar es un crimen. Queda claro de entrada que sin ellos es muy difícil cocinar. El aceite igual.
Mientras hablábamos en la estación de servicio de la ruta, me acordé cuando en el campo carnearon un cordero y nos dieron un cuarto trasero. Con un cuchillo afilado, la fui desmontando en bifecitos que fueran fáciles y rápidos de cocinar en la parrilla. Celia me dijo que el cordero se comía con un adobo a base de menta fresca, pero esa vez con un poco de sal alcanzó. Era un carne sabrosa y suave y muy tierna.
Después también me acordé, no sé por qué, de un cocinero que conocí hace mucho. Trabajaba en un lugar muy lujoso y ganaba bien, pero estaba obsesionado con los cuchillos tramontina con mango de madera. Los compraba de decenas y los escondía en los lugares más extraños de su casa. En los cajones del baño y entre los almohadones del sillón. El tipo se había especilizado en repostería. Era todo un caso.
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