Monday, December 19, 2005

El escritor contemporáneo y la violencia

Hace ya un par de años, un vuelo atrasado me retuvo en el aeropuerto Charles de Gaulle. Cada tanto una empleada de Air France se acercaba y decía con una sonrisa que teníamos que seguir esperando. Un francés de mi edad era el único que se quejaba. No parecía loco, sino todo lo contrario, y me cayó simpático porque insultaba en voz alta. Cuando hablaba en español, tenía acento madrileño. — Ya te habrás dado cuenta, este es el país del lenguaje, muy fraternité, solidarité, todo ese rollo.
Me contó que, en los banlieues de París, los narcos usaban armas de guerra, pero los parisinos seguía pensando en la película Amélie cuando hablaba de su vida. Michel Houellebecq es el primer francés en describir su país como es en la actualidad y lograr que sus libros de vendan como best-sellers. Su universo no parece complejo. Supermercados remplazando las simpáticas épiceries de barrio, profesionales exitosos desangrados de deseo, situaciones sórdidas y mucha soledad. A veces su cinismo pesimista resulta artificial, tanto o más irreflexivo que cualquier idealismo. Pero, ¿no sucede los mismo con Sade que llevó el reverso de la moral kanteana a su paroxismo?
Ubicado, con Chuck Palahniuk (1964) y Roberto Bolaño (1953-2003), entre aquellos que saben retratar la violencia y hacer que sus libros se vuelvan objeto de discusiones sociológicas y morales a nivel internacional, Houellebecq usa el escándalo como una herramienta útil a su literatura. Eso no es novedad. Sin embargo, en El mundo como supermercado (por primera vez la traducción de Anagrama es mejor que el título original de Interventions) se incluía el ensayo Jacques Prévert est un con que no era una provocación, sino directamente un insulto. Y eso, en la Francia contemporánea, hacía mucho que no se veía.
Publicado con el título “El escritor y el insulto” en el suplemento de Cultura del diario Perfil del domingo 18 de diciembre del 2005.

6 Comments:

Blogger Diego said...

A esta última novela de Houellebecq todavía no la leí (¿me la prestás? Sale carita...). Sobre las otras tres puedo decir que "Ampliación del campo de batalla" me pareció excelente, un misil directo, sin coqueteos. Me hizo acordar por la eficacia a El Extranjero de Camus o a El Túnel de Ernesto Sábato. Después, "Las partículas elementales" ya me gustó un poco menos; se embrollaba más, se hacía más sociológica utilizando los famosos "materiales contemporáneos", como si el nombrar lugares o escenas de la vida posmoderna diera contemporaneidad a una obra. Igualmente la pude leer muy bien. Me defraudó un poco no encontrar el segundo misil con el que me habían entusiasmado la ampliación del campo de batalla. Y bueno, "Plataforma" no es buena. Hay que decirlo con todo el dolor del alma que esto implica. Se repite y ya no le creo.
En el medio entre la primera y la tercera (y me da un poco de miedo pensar que esa distancia se pudo haber agrandado llegando ahora a la cuarta novela) están todas sus declaraciones polémicas y provocativas sobre el Islam, el modo de ser de Occidente y lo poco que se parecen a Sartre los franceses de clase media. El error fue creer que meter estas temáticas en las novelas era su filón. Y no, su filón era ese gordito oficinista de "Ampliación..." en su sufrimiento por querer y no poder. El contexto es secundario.

Saludos

5:47 PM  
Blogger paula p said...

diego, querido, p decir q Ampliaciòn de batalla te recordò al tùnel, comparemoslo con Los lunes al sol..

6:31 PM  
Blogger Diego said...

Querida Paula, sé lo que digo. Igualmente gracias por la preocupación.

6:39 PM  
Blogger Miguel P. Soler said...

Coincido con vos, Diego, en que el mejor de sus libros es "Ampliación. . ." Ya con ese título, fuí directo a comprarlo sabiendo poco de qué trataba. Sin embargo, en él está bien concentrado el universo ficcional de H., y los otros, son sólo el desarrollo de sus "pajas mentales" (perdón por el término), que no está mal, pero que ya no comunican ni se muestran más inventivas. En las dos siguientes novelas, hay montajes de información académica que forman nódulos difíciles de asimilar cuando uno lo que quiere es seguir leyendo las escenas cuasipornos que les siguen. Sin embargo, es extraño ver como esas escenas no dejan de mostrar el gesto del abulia y la extenuación, como las que se pueden sorprender en los rostros de las pornostar en acción, cuando algún plano inadvertido captan su hastío.
Digamos que H. es un escritor del hastío de una época; Palahniuk de la exasperación de una época; y Bolaño, es un extranjero. . .

Saludos.-

12:44 PM  
Blogger Unknown said...

... a ver qué dirán de "El Pornógrafo"...

Nos vemos ahí... alguien me prometió diversión...

12:54 PM  
Blogger Sparhawk said...

Hablando de escritores, Terra, creo que esto te va a interesar...

LibroUSA.com

L

2:42 PM  

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