Monday, April 25, 2005

lunes a la noche (crítica literaria salvaje)

Alberto Laiseca es un escritor que leí poco, de lo cual no me arrepiento. Cada vez que lo agarro para sorprenderme, mete la pata. Un cuento en la revista El Perseguidor me parece malo, aparece en la tapa de Viva como "el último orejón del tarro" al lado de una modelo semidesnuda y a todo color, en un artículo de La mujer de mi vida habla mal de la generaciones que están creciendo con Internet, las reverencias que le hacen algunos taradupidos no lo ayudan.

Después está el asunto ese del "realismo delirante" que es una forma muy grosera de sacarle el cuerpo y la cabeza a la realidad no delirante, la realidad del asfalto y la rosa, del hacha y el guiño.
No digo que no tenga talento, pero sí le niego la lectura. Lo mejor que hizo, lejos fueron esos cortos en I-Sat donde aterroriza al mundo porteño con su bigote manchado de nicotina (Dios mío, eso sí que es horroroso.)

Al parecer el martes que viene presenta una nueva novela. Me llega un mail publicitando el evento. El texto que acopaña los datos viene firmado por él y dice así:

"Decía Goethe que “Los Dioses sólo escuchan a aquellos que les piden lo imposible”. Ahora bien, Las cuatro Torres de Babel nos habla de las cuatro maneras de conseguir ese imposible. Son gigantescas máquinas mágicas destinadas a derrotar al Anti-ser, al Príncipe de las Tinieblas.Fue un gran esfuerzo escribir esta obra porque en ella juego con los estilos de los historiadores antiguos: Tito Livio, Tácito, Plutarco, Polibio de Megalópolis, Suetonio, Tucídides y, sobre todo, Heródoto. Se supone que la novela es el Undécimo Libro de la Historia, que se quemó con la Biblioteca de Alejandría. El escrito empieza y termina con el estilo exacto de Heródoto, pero a las pocas páginas la novela entra en locura y ontología creadora. Es uno de mis ejemplos más claros de lo que llamo “realismo delirante”. En ningún momento, como lectores, perdemos de vista el problema del Mal, que éste posee una horrible realidad y qué podemos hacer para combatirlo."

A mí Goethe, Tito Livio y Herodoto me tienen si cuidado y la idea del Mal trabajada desde el esoterísmo me resulta un boludez. Sin embargo, el fragmento me sirve para pensar que Laiseca es hijo de Borges. Ok, quizás un hijo borracho o malformado, pero hijo al fin.

Demás está decir que no voy comprar la novela. ¿Por qué? Porque desde acá ya se ve que es algo terriblemente aburrido. Y eso en un escritor es simplemente imperdonable.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Bravo, Maestro!

2:58 PM  

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