jueves a la tarde
Ayer pasé mala noche. Insomne y desvelado, daba vueltas en la cama y pensaba, y como todos sabemos pensar no es un actividad que se lleve con la cama.
Me levanté, encendí la luz del baño, prendí la computadora, traté de leer algo. Esas cosas. Volví a la cama y el reloj decía que eran las cuatro y media de la mañana. "Esto es malo" me dije a mí mismo.
Hoy, levantado a media mañana, fuimos con Celia a la pileta. Estaba lleno de viejas pálidas que nadaban como marsupiales en cautiverio. Creo que ya nos acostumbramos. Le dimos ritmo. Celia es una excelente nadadora y me levantó el ánimo que le pusiera tantas ganas.
Pero después insistió en almorzar en un lugar repleto de gente. Yo dije: "No, vamos a casa", pero terminamos esperando entre oficinistas y tipos que comen para no morirse, y no les resulta.
- ¿Por qué estás así?- me preguntó Celia.
- Es el ciclo de la escritura- le respondí. Ayer había sido uno de esos días donde la computadora no te deja, los libros no te dicen nada, y todo tus proyectos te parecen una mierda.
Cuando llegamos me fui directo a la cama. El gato me esperaba para hacer la siesta. "No voy a trabajar hoy" pensé. Había tenido un semana complicada, con pequeñas cosas que la complican, nada grave. A la mierda.
La siesta me hizo bien. Ver como el gato se desperezaba me puso de buen humor. "No vamos a dejar que estas idioteces cambian las cosas, ¿no?" le pregunté. Y él me miró como diciendome: "Me importa un carajo lo que hagas vos, yo voy a seguir durmiendo".
No hubo necesidad de discutir.
Me levanté, encendí la luz del baño, prendí la computadora, traté de leer algo. Esas cosas. Volví a la cama y el reloj decía que eran las cuatro y media de la mañana. "Esto es malo" me dije a mí mismo.
Hoy, levantado a media mañana, fuimos con Celia a la pileta. Estaba lleno de viejas pálidas que nadaban como marsupiales en cautiverio. Creo que ya nos acostumbramos. Le dimos ritmo. Celia es una excelente nadadora y me levantó el ánimo que le pusiera tantas ganas.
Pero después insistió en almorzar en un lugar repleto de gente. Yo dije: "No, vamos a casa", pero terminamos esperando entre oficinistas y tipos que comen para no morirse, y no les resulta.
- ¿Por qué estás así?- me preguntó Celia.
- Es el ciclo de la escritura- le respondí. Ayer había sido uno de esos días donde la computadora no te deja, los libros no te dicen nada, y todo tus proyectos te parecen una mierda.
Cuando llegamos me fui directo a la cama. El gato me esperaba para hacer la siesta. "No voy a trabajar hoy" pensé. Había tenido un semana complicada, con pequeñas cosas que la complican, nada grave. A la mierda.
La siesta me hizo bien. Ver como el gato se desperezaba me puso de buen humor. "No vamos a dejar que estas idioteces cambian las cosas, ¿no?" le pregunté. Y él me miró como diciendome: "Me importa un carajo lo que hagas vos, yo voy a seguir durmiendo".
No hubo necesidad de discutir.
3 Comments:
Terra, tu felino parece el de Macanudo.
Y yo soy la nenita. Y Celia es mi Madariaga.
eh! aguante macanudo!
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