viernes a la noche
Recibí un mail de una lectora de "El Ignorante". Era un mail mal escrito, no se entendía nada. Lo único que se entendía era que la persona que lo había escrito, una mujer, estaba enojada. Quería hacer una lectura intelectual de mi poema pero enseguida se brotaba. No le respondí. ¿Qué le voy a responder? ¿"Señora, usted no entendió nada y es una imbécil". Ridículo.
Hoy Celia se juntaba con unas amigas y yo me quedé en casa. Se hicieron las siete de la tarde y ya no tenía nada más que hacer. "Bueno -dije-, vamos a nadar un rato." Hice la mochila y me fui al club. Nadé cuarenta y cinco minutos y ya me estaba preparando para irme cuando un viejo tipo Tom Sayer me dice: "Pibe, ¿te quedás al waterpolo?".
Acepté. Dos jubilados tirándose una pelota. Já. Eso me hubiera gustado. Fue un partido durísimo. Seis personas por equipo. Gorras rojas y azules. Marca personal. Empecé mal. A la primera pelota que salté, el gemelo derecho se me puso de piedra. Estuve tratando de destrabar el calambre mientras los rojos avanzaron y marcaron un punto. Nuestro arquero no servía y yo estaba viendo las estrellas. Enseguida me emparejé y me puse a jugar. A los quince minutos éramos dos o tres los que nadábamos. Tom Sayer y sus amigos me miraban con cara de "dale vos, que yo no puedo más". Después de todo no eran tan duros.
Llegué a casa cambiado, ya no me importaba ni la literatura, ni el trabajo, ni nada. Todo era claro y nítido y estaba en su exacto lugar. Excelente. No hay nada mejor que el esfuerzo físico para limpiar la cabeza.
Mientras caminaba desde el club, empecé a pensar una frase. Una sola frase. "Cuando el rinocertonte te mira, está pensando." Me gusta. Es un buena frase. Cuando te mira, está pensando. (Claro que muchas veces nos engaña, ¿o no?)
Hoy Celia se juntaba con unas amigas y yo me quedé en casa. Se hicieron las siete de la tarde y ya no tenía nada más que hacer. "Bueno -dije-, vamos a nadar un rato." Hice la mochila y me fui al club. Nadé cuarenta y cinco minutos y ya me estaba preparando para irme cuando un viejo tipo Tom Sayer me dice: "Pibe, ¿te quedás al waterpolo?".
Acepté. Dos jubilados tirándose una pelota. Já. Eso me hubiera gustado. Fue un partido durísimo. Seis personas por equipo. Gorras rojas y azules. Marca personal. Empecé mal. A la primera pelota que salté, el gemelo derecho se me puso de piedra. Estuve tratando de destrabar el calambre mientras los rojos avanzaron y marcaron un punto. Nuestro arquero no servía y yo estaba viendo las estrellas. Enseguida me emparejé y me puse a jugar. A los quince minutos éramos dos o tres los que nadábamos. Tom Sayer y sus amigos me miraban con cara de "dale vos, que yo no puedo más". Después de todo no eran tan duros.
Llegué a casa cambiado, ya no me importaba ni la literatura, ni el trabajo, ni nada. Todo era claro y nítido y estaba en su exacto lugar. Excelente. No hay nada mejor que el esfuerzo físico para limpiar la cabeza.
Mientras caminaba desde el club, empecé a pensar una frase. Una sola frase. "Cuando el rinocertonte te mira, está pensando." Me gusta. Es un buena frase. Cuando te mira, está pensando. (Claro que muchas veces nos engaña, ¿o no?)
2 Comments:
¿Qué fue lo que te paso en el gemelo derecho? que siempre te molesta.
Querido Tommy. Lo del gemelo fue apenas un calambre el otro día. Ya casi está curado.
La lesión de la que siempre hablo la tengo en el hombro izquierdo.
No sé muy bien cómo me la hice, pero creo que fue la combinación de un ligero calambre de una vez que nadé larga distancia con una semana de malas posturas en la computadora.
Como la suerte, va y viene.
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