Friday, April 01, 2005

viernes al mediodía

Aprendí a comer antes el tomate en salsa que al natural. Una buena salsa de tomate para compañar una pasta es algo básico en mi familia y, al fin y al cabo, en cualquier mesa porteña.

El pimentón, el aji molido, la crocantes y sabrosas hojas de laurel. Hay pocas cosas que me gusten tanto como un buen tuco en el plano gastronómico. Quizás el aceite de oliva. Una vez Celia me vio tomando aceite de oliva de la botella y se asombró.

Comprendo a los griegos y a los romanos que preferían la muerte al exilio. Sin vid y sin oliva, ¿quién podría ser feliz? Y también entiendo la peligrosa busqueda de especias en Oriente. Yo no podría vivir sin pimienta.

Recién fui a buscar una ciruela a la cocina. Una buena ciruela, dura, de piel fuerte y color intenso. Cuando cerré la heladera empecé a penrsa qué voy a almorzar. Tenemos provisiones porque Celia pasó por el supermercado. Creo que voy a intentar algo con una rodajas de peceto y un poco de puerro. Un conbinación que vale la pena. El viernes es algo grandioso.

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