Wednesday, August 30, 2006

¿Oíste alguna vez...

¿Oíste alguna vez que hay gente
que se ríe mientras se ahoga?
Bueno, él es así.
¿Y qué quiero decir
con lo de la risa y el desastre?
Bueno, quiero decir
que me cuesta reconfortar a la gente
cuando le pasa algo feo
y a veces intento y es peor.
“Si grito, grito” me dijo.
“No esperaba menos de vos” dije yo.
Pero todavía le tengo un poco de miedo a esas cosas.
¿Y si empezás a gritar y después no podés parar?
Pero, por supuesto, ese no era el problema.

Tuesday, August 29, 2006

de un mail de Leo Oyola

"Te mando Animetal, Johnny. Fijate si laburé bien los guiones. Y te adelanto lo que me dio mi viejo para tu nena. Me dio una igual para Ramón. ¿Es boludo o quiere que me lo hagan explotar al pendejo la hinchada del gallo? Ni bien piso la vereda de mi casa con el nene usando la casaca de la fragata vuela el bebe, el carrito, yo, el frente del monoblock, todo se va a la concha de su madre. "El chico tiene que tener aguante, no como el padre" fueron las declaraciones del abuelo de Monchi. ¿Anda buscando concretar un filicidio bastante elaborado? Bah, no tanto. Hoy cumple un año mi nene. En la semana cuando ande por allá paso un minuto a dejarte la camiseta de Pipi por la redacción. Besos a tus chicas. Te quiere mucho, tu amigo el Tigre."

Monday, August 28, 2006

breve historia ilustrada del horror

(Sobre Maus I y II de Atr Spiegelman)
Estructurado a base de superposiciones, Maus cuenta muchas historias. En primer plano y como marco general, encontramos la relación entre Artie Spiegelman, un dibujante de cómics neoyorquino, y su padre, Vladek Spiegelman, inmigrante polaco sobreviviente de los campos de concentración europeos. En una segunda instancia, la de la evocación, se recorre el trágico destino de una rica familia judía de Polonia.
Articulando el relato en una serie de visitas de Artie a su padre, con dibujos rudimentarios pero virtuosamente expresivos, Spiegelman logra un retrato a la vez histórico y personal del Holocausto, inédito por su frescura y precisión. Empezando por la glamourosa etapa de entreguerras y descorriéndose lentamente a los rebusques del mercado negro y la primera vez que vio flamear la esvástica, Vladek le cuenta a su hijo cómo conoció a Anja, su madre. En el primer tomo de la serie, el breve servicio de Vladek en el frente polaco, su captura y posterior liberación de un campo de prisioneros son precedidos por la invasión alemana y la lenta pero inexorable marginación de los judíos.
La situación rápidamente se deteriora y los alemanes cuelgan en la calle a cuatro judíos por vender y comprar alimentos sin autorización. “Quedaron colgados ahí una semana –cuenta Vladek–. Cohn tenía un almacén. Era conocido en todo Sosnowiec. Solía venderme tela sin cupones. También le compraba a Pfrfer, un joven excelente, sionista. Recién casado. La mujer gritaba en la calle.” En la siguiente viñeta, Vladek, subido a la bicicleta fija, se señala su ojo de vidrio: “Ach. Todavía lloro al pensar en ellos... Mira, hasta del ojo que no tengo me caen lágrimas”.
Así, la familia empieza un periplo que incluye marchas al gueto de Srodula (en un cartel se lee “Recompensa. Por cada judío no registrado, un kilo de azúcar”) e intentos de esconderse hasta que los contrabandistas que debían llevarlos a Hungría los traicionan y los entregan a las SS. El segundo tomo describe la vida en Auschwitz y las diferentes etapas del penoso cautiverio. Vladek narra, entre muchas atrocidades, cómo desfiló desnudo dos veces frente a Mengele y la caminata diaria sobre los cadáveres del tifus para llegar al baño.
Después de doce meses, el avance de los rusos lo lleva a ser uno de los tantos prisioneros que desmantelaron los hornos y a ser uno de los últimos liberados por los soldados norteamericanos.Un amplio abanico de recursos –como historieta dentro de la historieta, cambios de registro y punto de vista– hace que Maus tenga un ritmo sostenido, más allá del grosor innegable de la historia que se narra.
La autorreferencialidad constante le permite a Spiegelman una plasticidad muy atractiva. Que el proyecto y las posibilidades del libro sean siempre discutidos por los personajes dentro del libro mismo reafirma la verosimilitud de lo que se narra. Vladek roba toallas de los baños públicos, cuenta los clavos y los fósforos y obliga a su hijo de treinta años a que termine la comida de su plato. En un momento, Artie se dibuja a sí mismo en la cocina de su padre diciendo: “Hay algo que me preocupa sobre el libro que estoy haciendo sobre él. Se parece demasiado a la caricatura racista del viejo judío avaro”.
El uso de animales que Spiegelman hace para retratar las nacionalidades (y la imbricada trama de relaciones que esto suscita) merecería un detenido estudio sobre la concepciones, imaginarios, prejuicios y virtudes de las naciones. Los judíos son ratones; los nazis, gatos. Los polacos son cerdos y los estadounidenses, perros. ¿Es Maus una adaptación trágica y en blanco y negro de Tom y Jerry?
El epígrafe del segundo tomo es elocuente. Extraído de un artículo periodístico alemán circa 1935, opera sobre la tradición del cómic y la elección de retratar a los judíos como ratones: “El Ratón Mickey es el ideal más miserable que jamás haya habido... Las emociones sanas le indican a cualquier joven independiente y muchacha honorable que esa sabandija inmunda, el mayor portador de bacterias en el reino animal, no puede ser un tipo ideal de personaje...”.
Sin escapar al retorcido reparto de responsabilidades, culpas y sensaciones que acosan tanto al sobreviviente como al hijo del sobreviviente, Maus es un relato ilustrado ágil, sintético y muy bien documentado. Más allá de la metáfora simple del juego de los gatos y los ratones, sin relativizar la eficiente traducción de César Aira, Maus no es un libro bizarro. Contar una historia con animales antropomórficos es algo muy viejo y ya es un lugar común citar la pregunta de Adorno sobre la posibilidad de la existencia de la poesía después de Auschwitz. Maus deja claro que si la poesía quizá quede corta, la historieta sí está a la altura del desafío.

de un mail de Casas

“Ayer domingo empecé y terminé el guión de Lingenti y esta semana empiezo con lo tuyo. Estoy con un post 7 a 1, un parricidio similar al de los Shoclender y terminé anoche (además de agarrarme a piñas en la cancha en tres oportunidades) con tranquilizantes y whisky, lo que me llevó hoy directo al Hospital Alemán. Igual confío en que voy a superar esto y le hinco el diente a tus textos. Big Zoabra, Fabián.”

trabajo forzado



















- ¿Y qué te dijo?
- Que cuando termináramos de comer acá, fuéramos a ayudarlo con el remolque y la basura.
- Esto de trabajar en la ruta me mata.
- Lo hubieras pensado antes de asltar el banco.
- Agradecé que no nos visten de naranja.
- ¿Y el marco de la foto?
- Qué sé yo...
- Viva México.

Saturday, August 26, 2006

mi lugar de enunciación

















Preguntan por ahí qué camiseta tengo puesta. Bueno, en este momento tengo puesta la camiseta de Almirante Brown. ¡Gracias familia Oyola! ¡El martes festejamos todos juntos el primer añito del Monchi! ¡Y capaz que hasta el nacimiento del Molinita faústico!

Thursday, August 24, 2006

una improvisación visceral

Si los últimos capítulos del largo y erudito ensayo sobre los viajeros argentinos a los Estados Unidos, De Sarmiento a Dios, ya exhibían cierta derivación hacia lo críptico, en Tartabul, o los últimos argentinos del siglo XX, David Viñas extrema esos procedimientos compositivos de una manera que, por lo menos, asombra. De allí que, lejos de una nueva fábula política, mezcla de prepotencia y capitalismo desgajado, Viñas ofrece algo mucho más caótico.
Lo primero que llama la atención es la prosa excesiva, una verdadera economía del gasto. Hay oralidad, regodeo en las sentencias, y un coloquialismo desmadrado, musical pero abrupto. Promiscuo, Viñas se corre al malentendido en cada frase y la asociación libre domina. Un fuerte y deliberado uso de la arbitrariedad bombardea constantemente el sentido que sale a flote, cuando puede, a base de una cadencia rítmica que lleva y trae.
En ese lodazal del lenguaje está el aire esquivo del que revisa la historia reciente. Así la novela narra en diagonal o por círculos, mientras las zonas epistolares clarifican un poco la trama. Y cada área tiene su tono y su tema. Pero algunas son más opacas o aburridas que otras. La estructura general del libro recuerda al free jazz. O mejor, suena a grabaciones piratas de solos larguísimos, o mejor aun, parece las transcripciones eruditas de improvisaciones viscerales.
Lo que Viñas propone, entonces, son los últimos treinta años de la Argentina en un palimpsesto abigarrado, un rompecabezas donde las piezas se repiten y se superponen. ¿Atrás hay un dibujo? Cuesta verlo sin ponerse a estudiar el texto con lupa y ánimo enciclopédico. No sin esfuerzo, vemos un grupo de personajes más o menos afines, el Chuengo, Tarta, Pity, el Griego, alias Piraña, entre otros, una barra con aires de militantes de la década del 60 que se van reacomodando según la época.
La parte dedicada a la Guerra de las Malvinas es clara, pero poco sutil. “El patriotismo argentino era un primer plano –escribe Viñas–. Y en la calle los porteños un ¡Viva la patria!. Arturo Capdevila se recitaba de pie en los cafés más turbulentos de la calle Corrientes. La Argentina era un 9 de Julio superpuesto con Navidad y un 25 de Mayo.” Lo demás es títulos y subtítulos, llamativos epígrafes firmados por los protagonistas de la novela, otros que son testimonios, retruécanos, telegramas, o incluso fragmentos adjudicados a Charles Maurras o Charles Fourier.
En definitiva, un sistema paratextual general exacerbado que recuerda, aunque la excede, la forma en que Viñas presenta sus textos ensayísticos. Como técnica, hay que decirlo, tiene unos ochenta años de atraso (si fijamos el nacimiento de la novela experimental moderna con la publicación del Ulises, aunque éste sea más bien su punto cúlmine).Dentro de lo narrado aparece el ajedrez, problemas con un hemistiquio, Cuba y Rodolfo Walsh; Ricardo Piglia es nombrado por sus reflexiones sobre las palabras y el dinero y más adelante Santiago Kovadloff es desafiado, con fecha diciembre de 1999, por su apelación a lo moderado.
Hay una celebración libidinal clase 90 donde se mezclan las siliconas, la gastronomía, Ambito Financiero y la Fundación Antorchas. Pero la novela, en general, oscila entre la libertad de escribir asociando y una lectura insostenible, que se disipa y se abre hasta perder su punto de referencia. Es como si el narrador estuviera de vuelta de todo, pasado de drogas o simplemente bordeando una locura, muy literaria, sí, pero locura al final.
Del desastre financiero de 1890 surgió un ciclo novelesco emparentado con la técnica naturalista. Al año siguiente de esa crisis y como parte de ese ciclo apareció La bolsa, novela de Julián Martel, seudónimo de José María Miró. Tartabul es ahí un bufón al que le pegan en la cabeza para que imite a los distintos oradores de la época como Alem o Mitre. El título de la novela alude a este personaje. Hay una escena en que el Tartabul de Viñas repite al Tartabul de Martel. Con el título de “Productos de venta restringida”, el Tarta, a pedido de la Pity, parodia a sus amigos. ¿Quiere decir Viñas que los últimos argentinos del siglo XX estuvieron condenados a la repetición y el caos multidireccional?
La parte titulada “Vaquillona loca y bermeja” abre con un epígrafe que señala: “Más precauciones tenés que tomar contra el verdadero suicidio que es sobrevivir después de la derrota”. La idea marca una clave de lectura. Macerada en la culpa de haber sobrevivido, Tartabul... es menos legible que sublime, más sonora que experimental o pícara, un verdadero objeto de estudio y un experimento tardío entre deformaciones y astucias, antes que una novela para transitar desprevenido.

sí, perdoná, me colgué

Wednesday, August 23, 2006

Egon Schiele

La tarjeta prometía la fiesta del año

La tarjeta prometía la fiesta del año, pero para que te dieran un pedacito de sushi tenías que hacer un scrum con treinta tipos más y el ambiente recordaba bastante al viejo Cinema de la calle Córdoba, o, en realidad, a cualquier disco barrial de principios de los 90. (Incluso 5,6,7 ahí por donde Flores se transforma en Floresta.)

“Se gastaron veinte lucas en esto y da un poco de pena” dijo un conocido operador cultural vernáculo mientras enfilaba para la puerta. El alcohol circuló un poco más que el sushi. Pero al cráneo que había organizado se le ocurrió que también tenía que haber lectura. Chico y chica, muy lookeados, subieron a una tarima que llegaba hasta el techo y con micrófonos tipo Madonna, de esos pirulos que te salen de la nuca, intentaron derribar el ruido ambiente con párrafos de Aira y Martín Kohan. “Pero, si en Alejandría hacen esto y la rompen” deben haber pensando cuando se dieron cuenta que la cosa no funcionaba. Mientras tanto Funes, navegando en el marasmo de cuerpos, se reía como el diablo y gritaba “le falta corazón a la mierda esta”.

Antes de la mitad justa, lo encaré a Martín Perez que cambió trabajosamente la campera de brazo para darme la mano. “Terranova –dijo- yo había prometido que cuando te cruzara te iba a dar una piña y te iba a decir: posteá esto”. Y yo pensé: “Bueno, dale, así le ponemos un poco de onda a la noche”. Pero a la gente de Página/12, es sabido, no le va la fricción física y él se dio cuenta de que tenía tantas posibilidades de hacerme frente como de jugar en el Real Madrid. Di un par de vueltas más sin suerte. Una vez afuera de Niceto las cosas mejoraron notablemente.

Tuesday, August 22, 2006

música grave y ligera














“Tuve un tío que siempre se encontraba enfermo y siempre se quejaba de que nadie le hacía caso. Así es el contrabajo.” Planteado como un monólogo teatral, El contrabajo de Patrick Süskind nos presenta a un músico obsesivo y verborrágico que, entre cervezas y discos, explica sus ideas y su vida. Citando a Bottesini, “el Paganini del contrabajo” y a Karl Ditters Von Dittersdorf, autor del Concierto en Mi Mayor para contrabajo y orquesta, el contrabajista cuenta sus borracheras después de un Sigfrido, asume sus frustradas aspiraciones de tocar el Quinteto de las Truchas de Schubert y analiza la sospecha –bastante confirmada– de que es vigilado, burlado y ridiculizado por el instrumento, culpable de sus rotundos fracasos erótico-amoroso.
Condenado a la habitación cerrada y acustizada de su estudio, la relación es ciclotímica. Primero lo ama y lo defiende, después dice que lo va a matar a golpes porque le estorba desde un punto de vista “humano, social, espacial, sexual y musical”. La definición es clara: “Femenino... pero inflexible como la muerte”. Solo, atado a su instrumento, el contrabajista se pasea así por los descarnados ribetes psicológicos de su historia personal, confiesa su amor por una tierna y talentoso soprano y busca ejemplos para sus sufridas teorías sobre Mozart.
Süskind entiende bien el mundo del músico profesional que toca en orquestas financiadas por el estado, su relación con el arte y la burocracia, su condición de funcionario y de testigo, muchas veces perplejo, de las grandes composiciones del siglo XIX. “Hitler era, a lo sumo, un wagneriano entusiasta y yo, como usted sabe –dice el contrabajista–, no soy ningún devoto de Wagner.”
Compré mi ejemplar de El contrabajo a mediados de la década del 90 en el parque Rivadavia. Es breve, se lee en una noche y más que un pequeño tratado sobre la vida del músico moderno, lo que ofrece Süskind es el misterio del instrumentista, detrás del que, por más anodino que sea, siempre se oculta una buena historia.

Friday, August 18, 2006

y Kafka otra vez

"Kafka es un escritor canónico con todas las letras, es más, resulta indudable que ocupa un lugar central en el campo literario. Mal que nos pese, es un hecho y uno no se puede hacer el distraído porque salen obras así. Más que al teatro, llevaron a Kafka al museo.
Dicho todo esto me pregunto qué necesidad había de hacer un musical."
María Bayer en Teatro en la ciudad.

la historia de este Cocinero Salvaje 3.0

La historia de este Cocinero Salvaje 3.0 no es gran cosa, pero merece ser explicada. El martes a la noche acepté el ofrecimiento de Blogger de migrar a Beta Blogger, un prototipo de Google que junta G-mal y blogspot en un solo usuario. En la mitad del “swtich” ocurrió un error y ya no pude postear más. En el viejo url del Cocinero hay hasta octubre del 2006, corriendo sobre el Beta. Yo podía acceder a mis archivos y al tablero del administrador pero nada más. La cosa se había congelado en el 16 de octubre del 2005, con mi pie izquierdo en primer plano y a un día de los 50 años de una de las fechas más importantes de la historia argentina.

Curiosamente, no entré en pánico. Gecko me dio una mano y finalmente Luis, el inconmovible, fue implacable y sacó las papas del fuego con esta versión que sólo agrega un “3” a la dirección original. (Si en algún momento pusieron un link al viejo Cocinero en su página y tienen ganas, pueden redireccionarlo para este lado.) Chechus también me dio una mano y aunque sus ideas no prosperaron, chatear con ella me sirvió de contención. Quedo en deuda pública con los tres.
Como siempre, banco a full a los chicos buenos de Blogger. Es muy posible que todo el asunto se solucione en un futuro próximo. Este fin de semana me voy a la playa a desintoxicarme. Si las cosas se hubieran complicado más, simplemente hubiera armado otro blog. Los nombres tentativos eran “El ninja sensible”, “Karate gaucho” o algo así.
Bienvenidos a El Cocinero Salvaje 3.0.
Paz.

Tuesday, August 15, 2006

las máquinas del bien y del mal



Herbet George Wells nació el 21 de septiembre de 1866 y murió en Londres el 13 de agosto de 1946, hace exactamente 60 años, cuando las cenizas de la Segunda Guerra habían empezado a enfriarse. Fue imprentero y periodista. En 1895 obtuvo una beca para estudiar Ciencias Naturales y después enseñó en el Cambridge, hasta que una tuberculosis mal curada, pero no del todo dañina, hizo que abandonara su vida pública y se dedicara de lleno a escribir. Se lo denominó “utopista”, “padre de la ciencia ficción” y “socialista”, pero todo estos rótulos se vuelven flacos reflejos de cara a sus fantasías aleccionadoras, sus novelas sociales y sus fábulas irónicas. La leyenda dice que publicó más de cien libros.

En 1934, redactó su Experimento en biografía, que no se consigue en español, y en 1945, después de ver cómo las naciones más modernas de la tierra se mataba y torturaban dio a conocer el no menos enigmático El destino del homo sapiens. La mejor parte de la historia literaria de Wells, sin embargo, está en sus comienzos. Sin desmerecer el aire profético de El primer hombre en la luna que inaugura el siglo de los viajes espaciales en 1901, posiblemente son sus primeros libros, los más conocidos, sus mejores creaciones literarias.

El largo brazo de la influencia. Escritas con una economía y una claridad excepcionales, la influencia de estas historias en el siglo XX es tal que todo lo que siguió después en el género oculta o muestra su marca. Desde el exitoso Ray Bradbury de los ciclos lunares hasta El Cuerno de Caza que John W. Wall firmó con el seudónimo Sarban, haciendo una escala técnica en la editorial Minotauro y estirándose a las ficciones que la revista El péndulo publicaba en Argentina de los 80 (a saber, inspirados Elvio Gandolfo y Mario Levrero entre otros), la literatura de ciencia ficción encuentra en Wells una escuela narrativa generosa de la mano de un tutor de amplio y permisivo.

En la misma línea, el cine fue especialmente receptivo a sus ideas narrativas. Series legendarias como El túnel del tiempo (en los 60, dos científicos se pasean por todas épocas con un espiral blanco y negro de fondo) o Viajeros (en los 80, un adolescente y un aventurero reencausan los entuertos del pasado), y películas que hicieron época como Terminator (un excelente Schwarzenegger) o Volver al futuro (el mejor Michael J. Fox) son extensiones actualizadas de los procedimientos que instala La máquina del tiempo, primera ficción que Wells publica en 1896.

El hombre invisible de 1897 también tuvo sus series y sus adaptaciones donde guionistas y realizadores no tuvieron que lidiar con lo irrepresentable porque Wells ya les había resuelto el problema con la deliciosa paradoja del disfraz (sobretodo, pipa y sombrero) que se usa para tapar lo que no se ve.

¿Y cómo pensar, por otra parte, productos tan disímiles como Marcianos al Ataque de Tim Burton y El Eternauta de Osterheld sin La guerra de los mundos de 1898? A mediados de 1938, después de la escueta presentación de un locutor anónimo, Orson Welles hizo historia cuando empezó a leer: “En los últimos años del siglo XIX nadie habría creído que los asuntos humanos eran observados aguda atentamente por inteligencias más desarrolladas que las del hombre...”. El programa se llamaba The Mercury Theatre on the Air y la versión radial del hijo americano que partió a Holywood transformó la literatura en realidad a través de la histeria.

Ningún hombre es una isla. Desde El planeta de los simios, con un inolvidable Charlton Heston recorriendo en harapos una tierra dominada por monos, hasta la saga de James Bond, donde el villano misántropo oscila entre el científico loco y el utopista desquiciado, todos los caminos conducen al terror fisiológico de La Isla del Doctor Moreau.

Pequeña joya analógica que en su breve y humilde recorrido exhibe una buena cantidad de complicadas aristas, publicada en el mismo año que La Máquina del tiempo, La Isla del Doctor Moreau propone una situación narrativa tomada y repetida hasta el cansancio por series como Star Treak y sus derivados: Un hombre llega a un lugar desconocido (una ciudad, una isla, un planeta) y lucha contra monstruos que encierran una secreto sublime o ridículo.

La novela empieza con la vieja y querida táctica del manuscrito encontrado pero también un realismo digno del mejor Balzac: “El 1 de febrero de 1887, el Lady Vain naufragó tras chocar contra un peñasco cuando navegaba a 1º de latitud sur y 107º de longitud oeste”. No debe pasarse por alto que, en sí, el verdadero principio de la novela de los monstruos es una escena de canibalismo en un bote a la deriva frustrada por la violencia. Así la narración transita la paradoja de la razón moderna: métodos brutales para humanizar bestias.

Moreau, por su parte, es una especie de cirujano plástico desquiciado que vivisecciona osos, toros, hienas y pumas y vuelve a esculpir sus cuerpos para darles forma e inteligencia humana. La carnicería, por supuesto, tiene un lema puntual: “Una mente abierta al conocimiento de la ciencia –explica Moreau– debe comprender que el concepto de dolor es insignificante”.

Humanoides expresionistas avant la lettre, entonces, retratados por una prosa acorde: “La súbita visión de aquel rostro negro me impresionó de un modo que no sabría definir –escribe Edward Prendick, el náufrago–. Era un rostro deforme. La parte inferior sobre salía como una especie de hocico, y la enorme boca entreabierta mostraba los dientes más grandes que jamás había visto en un ser humano”.

Hay signos que pintan a Moreau más cerca del artista de vanguardia que del científico, aunque el combate entre los dos personajes sea siempre en el terreno de lo inescrupuloso y tanteando siempre los límites de la moral. De hecho, no hay respuesta a la pregunta sobre cuál es el beneficio de torturar animales para intentar convertirlos en seres humanos. Moreau mismo desconoce su impulso. “Supongo que la figura humana –dice– posee algo que atrae al espíritu artístico más que cualquier otra forma animal”.

Si Moreau y sus teorías sobre el dolor y la ciencia son un claro antecedente de Joseph Mengele, el conflicto que modificó para siempre a Wells, como a tantos otros humanistas, y no sólo por cuestiones cronológicas, fue la Primera Guerra Mundial, con el espectacular saldo de Verdún y su arrogante irracionalismo. Después de 1918, un Wells afectado y voluntarioso encaró una historia de la humanidad titulada The Outline of History, especie de Resumen Lerú gigantesco que se fue publicando a medida que se derrumbaba el tratado de Versalles y la historia adobaba el otro gran estallido de nacionalismo alemán.



El precursor argentino. Primera en la lista, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares es una de las tantas huellas de Wells en la literatura argentina. La gran diferencia es que donde Wells pone transfusiones de sangre, vendas manchadas y el arte del bisturí (lo más limpio que ofrece Moreau es la hipnosis), Bioy fabrica un ascético y muy civil proyector de hologramas. En Wells, vale la pena insistir, los aparatos son mecánicos. A lo sumo, químicos como los utilizados por Griffin en El hombre invisible.

Su máquina del tiempo, sin ir más lejos, se mueve a base de barras de niquel, tornillos y varillas de cuarzo que crujen y se astillan. Provista de vistosos engranajes decimonónicos, recuerda más el mecano de un bricoleur industrioso que un experimento filosófico llamado a cambiar el curso de la historia.

En la precisión de su ensayo El primer Wells, Borges coloca la piedra más explícita del puente entre el inglés y nuestro país. Sin embargo, su preferencia por los tendones y las palancas lo enlaza con uno de lo escritores más fabriles y manuales de la literatura argentina. Es comprensible que Roberto Arlt lo haya citado más de una vez como fuente de inspiración.

En una crónica publicada el 18 de setiembre de 1938 en El Nacional de México, Arlt cuestiona la forma en que el progreso acorta las distancias entre el viejo y el nuevo continente: "¿Nos beneficia en algo esta proximidad con Europa? A veces se recuerda La guerra de los mundos de Wells. Hombres viscosos como pulpos, crueles como pulpos, fríos como pulpos, metidos en trípodes gigantes, armados de abanicos de rayos mortíferos, caen sobre la Tierra y comienzan fríamente a limpiarla de hombres.” La cita parece arbitraria pero no tanto si se recuerdan los planes expansionistas de los nazis, su teoría del espacio vital y sus expediciones secretas a Sudamérica.

Más allá de La esfera de cristal –un cuento con anticuarios y un huevo por donde se espía el planeta Marte– antecedente innegable de El Aleph, existe una fuerte relación entre Arlt y Wells. Es posible que la prosa sosegada y analítica del inglés recuerde a Borges, pero las ambiciones de Moreau están mucho más cerca del proyecto alucinado de Los Siete Locos. Rigurosos idealistas, cínicos en su autismo, asexuados, célibes o perversos que cortan su relación con el mundo siguiendo causas de un altruismo demoníaco, el Astrólogo y Moreau sumarían, en todo caso, a Carlos Argentino Daneri como un cómplice intelectual, una brújula o un vidente. Mientras tanto, Remo Erdosain y Edward Prendick se enfrentarían o se plegarían, absortos, al proyecto de la comunidad ética dentro de la comunidad moral, el superhombre aprendido en Mecánica Popular y el egocentrismo como filosofía social.

La idea de que es posible modificar a un precursor es genial. Tanto, por lo menos, como la de que una lectura puede modificar a otra lectura. Sin embargo, muchas veces la fama de la genialidad se paga con el hastío y el desgaste, y los apologistas se vuelven, en el mejor de los casos, loros embalsamados. Pese a esto, es notable y real como Wells anuda en una sola estación los dos ramales mejor señalados de la literatura argentina. Borges y Arlt proyectan una luz especial en esas primeras páginas, donde encontramos una síntesis que luego fructificó, con especial y asombrosa energía, como una planta carnívora, a lo largo de todos los soportes materiales que el prolífico siglo XX le proveyó.

vote freedom

Monday, August 14, 2006

tercera

"gombrowicz
era bien peronista
kafka
un gorilita cagón

(...)

el blog
es el mensaje
de evangelización
peronista

(...)

todo
digno
peronista
alguna vez
le dio
a un traba

el ciber
es el
nuevo bar
peronista"


Tercera entrega de La Enciclopedia que nos explica porque la poesía en Córdoba es un bien social y popular.

Sunday, August 13, 2006

pelapapas

"Tengo la fantasía de perseguir a alguien con un pelapapas... y ya que estamos matarlo un poco."

De Tu Secreto.

italian power



Celia dice que Arcangel Miguel se parece a Mario Bros. Aguante.

Friday, August 11, 2006

paraguas

Me lo cruzo a Tabarovsky en la redacción y le digo: "Tu teoría de que la base de la sociedad es el malentendido me genera un poco de angustia". Obviamente, se cagó de la risa. Lo que tendría que haberle dicho es: "Tu teoría de que la base de la sociedad es el malentendido me parece una boludez". Pero como algo de razón tiene, me conformo. Paciencia. No me va a faltar ocasión de hacerle mierda el paraguas del absurdo y el todo vale. Es cuestión de tiempo.
Actualización. Escuchado por los baños: "Eso es peor que James Joyce con acceso a blogger".

El arte pop es un invento para titular notas

(fragmento)

El arte pop es un invento para titular notas.
Comparada con la revolución digital
Parece un tipo jugando al balero,
O ustedes desnudos
con el secador del baño en la mano.
Y los poetas políticos,
Esteticistas,
Hijos de la finanzas alfonsinistas,
Criados del lado de acá
o del lado de allá de la General Paz,
se pelean por salir en la foto con Arturo Carrera,
manga de pelotudos.
El peronismo echó a los poetas de la república.
Y tuvimos diez años de machos borrachos
y hembras argentinas
Que no los borrás con nada.
Tampoco salen del cuadro
los de"Yo soy peronista de Perón"
o el brujo de las manos muertas,
que no es puro folklore,
más bien está en el centro del mito.
Esto es quilombo,
Una feria ambulante,
Pero hay que seguir.
¿No les parece?
¿O ustedes también son de los que piden
que paren todo para poder entender algo?
¿O ustedes también son de los que critican
la falta de humildad y dicen
"sos muy soberbio"?
Aflojen los chanchos, compañeros.
Aflojen y sigan.
Perdonen mi mediocridad, también,
mis limitaciones,
Sepan disculpar mi pureza de espíritu,
Vayan con sus cajones vacíos
A que se los llenen en otra parte,
Acá seguimos pensando
que la indiferencia es una mierda,
y que el mejor estilo
es tener algo que decir.

(Publicado en Las elecciones afectivas)

Wednesday, August 09, 2006

tocate algo, Adrián


Lone Rhino. de Adrian Belew, que supo tocar con Crimson, entre otros. Gran nombre para un disco que no escuche. Pero si lo encuentro, me lo compro. Gracias Ezequiel por el dato.

Tuesday, August 08, 2006

fragmentos íntimos



La cultura argentina es sensible a la sentencia. Ejemplos sobran: “Las ideas no se matan”, “Y que lo eunucos bufen”, “Perón construye, Evita dignifica”, “No sé lo que quiero pero lo quiero ya”. La fuerza del punk, sus letras, esa literatura reveladora y recurrente también es epigramática. En Diarios, 1988-1994, de Kurt Cobain, distribuido en estos días por Mondadori, la actualización de la sentencia como género punk es clara: “Fornica ahora, sufre después”.

La reproducción facsimilar de las hojas de los cuadernos espiralados de Cobain, similar a la edición en inglés de 2002, hacen de este libro un objeto atractivo y subsana un poco su composición altamente fragmentaria. Las fechas del título son un poco engañosas, no hay nada que identifique a estos textos como diarios, y aunque respetan una cronología, el conjunto está más cerca de ser papeles reunidos, un género esquivo, donde el compilador influye mucho en el resultado y la presentación condiciona la lectura. En este caso, hay confort sin llegar al lujo. Pese a que la traducción, ibérica y dura, proponga “maqueta” por demo y “teleserie” por sitcom, el sobrio, casi mortuorio diseño de tapa es un acierto.

Las dos frases de inicio son significativas. Primero: “No leas mi diario en mi ausencia”; y enseguida “Vale, ahora me voy a trabajar. Esta mañana cuando te levantes, por favor lee mi diario. Registra mis cosas y trata de entenderme”. Después, una carta fechada en 1988 a Dale Crover, primer baterista de la banda. En ella ya hay un momento mítico: “Ah –escribe Cobain–, nuestro último y definitivo nombre es Nirvana. Ohhh, destino misterioso y místico”.

Hay un par de escenas interesantes y bien narradas. Después de ver televisión, Cobain y Novoselic se ponen a romper discos de Carpenters, Yes y Joni Mitchell, y en un recital universitario compran, por veinte dólares, una Fender Mustang del ‘65 para zurdos.

Antes, sucede la historia personal del descubrimiento del punk en un estacionamiento: “Tocaban más rápido de lo que jamás hubiera podido imaginar y con más energía de la que podían ofrecer mis discos de Iron Maiden. Eso era lo que yo andaba buscando”. Apenas esbozados, los personajes también resultan atractivos y van desde Lester Bags, legendario y corrosivo crítico de rock, que murió víctima de una sobredosis de jarabe para la tos en 1982, o G.G. Allin: un cantante que se hizo famoso por ingerir orina y sangre en su recitales.

De forma mutante, la prosa de Cobain salta al margen, y propone letras de canciones, listas de cosas pendientes, falsas reseñas de presentaciones, poemas en prosa, textos promocionales inéditos, el borrador de una abrasiva y sensible carta de amor a Courtney Love y algunos ensayos breves como Echar pestes sobre el rock progresivo o El crítico se hace Dios, donde aparece la ya famosa frase: “¿Qué voy a hacer cuando sea mayor si ya lo sé todo sobre rock´n´roll a los 19?”.

Lucidez y aprendizaje. Cuando Cobain teoriza no es tan entretenido como cuando narra o se abandona a la escritura. Sin embargo, no deja de llamar la atención su implacable autoconciencia. Más allá del ánimo de protesta y de su vocación para la revuelta, los Diarios documentan la lucidez de Cobain frente al rock como objeto, sus derivados y sus mecanismos. “Quiero ser el primero –escribe– en descubrir y desechar la popularidad antes de que llegue.”

El libro reedita su desconfianza hacia el periodismo especializado, su relación con las drogas duras y la capacidad de Cobain para pensar las tradiciones y las rupturas del rock como la piedra angular de su atractivo como artista. Leído con atención, el libro es bastante más que las venas abiertas de Kurt Cobain. La intimidad, de por sí algo frágil, y el aliento subversivo de Cobain tienen un marco de referencia claro que hace comprensibles los arrebatos: el machismo sexista norteamericano, su homofobia y sus prejuicios, y un mercado omnipresente saturado de productos Disney para toda la familia y rock de plástico.

Ayuda a leer sus papeles el haber escuchado la música de Nirvana. Y aunque pueden ser abordados desde la tradición de la narración experimental (desde Joyce hasta William Burroughs), estos Diarios son las hilachas de una novela de aprendizaje, luminosa literatura grunge: el nacimiento, el éxito y la destrucción, revisitados por un rocker suicida de Seattle.

Saturday, August 05, 2006

vos y tu blog (segunda parte)

Hablo hace un tiempo con Marcelo Cohen desde la redacción. Le pregunto cómo le va. “No leo blogs...” me dice de la nada.

Una nota en una Inrockuptibles que mi hermano tiene en el baño. Kureishi, muy serio (cito de memoria): “Los libros que yo hago me llevan mucho tiempo de escritura y trabajo. No sé lo que es un blog.” (Pero evidentemente sabe que te chupan la sangre del espacio y el tiempo si los dejás.)

Tabarovsky, transgresor profesional, simpático, cuando le comentó lo de Cohen: “Ah, yo tampoco leo blogs.”

En entrevista reciente, Alan Pauls responde con precisión y estilo:

"¿Leés weblogs?
No, no mucho.

¿Lo considerás un género?
Sí, supongo que es un género de la cultura electrónica. Me despierta interés, pero no deseo. Me despierta un interés de civilización. Quizás para que me despierten deseo alguien tendría que poner ese corpus en un libro. Habría que sacarlo un poco de su contexto. Lo que me abruma del weblog es el contexto. Abrir un weblog y te darte cuenta que hay mil millones.

¿Es una sensación de vértigo?
Más que vértigo, yo diría indiferenciación. Hay un umbral entre el interés cultural y el deseo, que ya es ganas de apropiarse un objeto, de escribir sobre él, de pensarlo, de practicarlo. El deseo lo genera algo que te parece diferente por alguna razón. Al blog lo veo demasiado indifrenciado.

¿Lo ves enfrentado al diario íntimo?
No, para nada, lo veo como una excresencia, una prótesis, una ciberversión. Lo que sí creo es que esa marca que yo señalaba, el momento de la exhibción y la contemplación, son el mismo momento: eso constituye una diferencia radical, entre el weblog y el diario íntimo. En el diario íntimo por ínfima que sea la diferencia en el momento en que el diarista escribe y otro lo lee, como en Lolita, que Humbert Humerbt escribe y acto seguido la madre de Lolita lo lee, por ínfima que sea esa diferencia de tiempo que hay entre el momento de escribir y el momento de leer es fundamnental para el género. En cambio en el weblog no. Ahí hay algo del orden del vivo, hay algo que es performático."

Finalmente sobre su nueva novela, David Viñas dice: “Son personajes anti-rutina porque han resuelto vivir a contrapelo de su comodidad. Obstinarse en eso me parece que es lo que vale la pena.”

Y yo, que creo, por el contrario, que el confort es bastante más subversivo de lo que parece, me quedo el sábado a la noche en casa, mirando la pésima programación nocturna y agradeciendo el silencio para poder navegar en paz.

sábado


Después de la siesta, siempre pico algo.
A veces me quedan las marcas de la almohada en la cara. A veces no.

Friday, August 04, 2006

de a pie pero hay aguante

Chau, Remisero. Gracias por este año tan lindo.

Thursday, August 03, 2006

los caminos y las lenguas del Señor

Este jueves, con el gato en la bolsa y el caballo bien atado, me entrego a tareas pendientes y me encuentro escribiendo el siguiente párrafo:
"La situación de Terán me ese momento va a enfrentar una cambio de paradigma a nivel personal en el que juzgamos interesante detenernos. Siguiendo a Sartre, el autor argentino había empezado a pensar el marxismo como una “filosofía insuperable” pero, al mismo tiempo, carente de “medicaciones”. El existencialismo aspiraría, entonces, a ocupar ese lugar “mediador”, proponiéndose para pensar una de las tantas subjetividades que el marxismo en seco no puede abarcar. Michel Foucault “aparece” así como una de esas mediaciones que, por otra parte, no implicaba un cambio radical, un abandono, una ruptura dura, sino más bien todo lo contrario. La sensación que sobrevolaba esa nueva bibliografía implicaba una continuación, e incluso una expansión."
La primera idea que se me viene a la cabeza es que mi paradigma epistemológico no coincide ni de lejos con el paradigma epistemológico de la izquierda (en ninguna de sus versiones).
- Cortala con lo del fascismo- me dicen.
Pero eso es escribir con una tipografía monstruosa.
Hablo, si es necesario, el lenguaje de la izquierda científica que aprendí en diferentes claustros docentes, pero eso no quiere decir que no me sienta travestido cuando lo hago. Y que no se me note el acento de extranjero que a veces tengo que disimular con gran esfuerzo.

Wednesday, August 02, 2006

vos y tu blog

Pancho está haciendo su tesina de comunicación sobre blogs. Dios lo guarde. Me pidió que responidera estas preguntas y yo lo hice así.
¿Cómo nació la idea de tu blog?
No hubo una idea. Hubo un actividad. Un poco como las líneas de ferrocarril que describe Sarmiento cuando viaja a los Estados Unidos, el blog se fue haciendo más cerca del uso que siguiendo una idea anterior.
¿Cómo se ve afectada tu forma de narrar a la hora de hacerlo en un blog y no para ser leído en papel?
Siento que es más fresca, más suelta, con si fuera una zapada con amigos. Si pifías, no importa. Y la posibilidad de la fragmentación, la media res, hacen que uno no le de importancia a la posibilidad de caer en prosas crípticas o resulocuiones erradas. Si este post no se entiende o no te gustó, esperemos el que viene. ¿Qué importancia le das a la posibilidad de insertar otros formatos (video, audio, imágenes)? ¿Cuál crees que es el aporte de estos a la narración?Nunca inserté videos o música en mi blog. Sí muchas fotos y dibujos. Eso me gusta. A veces escribo desde la ilustración. Es motivante.
¿Qué relación estableces con tus comentaristas? ¿Cuál es el mayor aporte, a tu criterio que permite el comentar los textos?
Un vez subí un poema muy breve. Cada tanto subo poemas breves y el odiado usuario anónimo me comentó con un “Dejate de joder...”. Me irritó, pero cuando se me pasó, me di cuenta de que podía mejorar el último verso del poema. Lo hice. Y la verdad es que ese fue un momento muy raro en la historia de mi blog. Casi nunca tengo relación con los comentadores. A veces respondo preguntas puntuales, o devuelvo saludos, pero no interactuo mucho con ellos. Supongo que ellos intuyen que a mí me gusta escribir posts y no comentarios.
¿Qué conocimientos implica manejar el "formato blog"?
Blogger es muy simple y amigable. Amo muchas cosas y la simplicidad de blogger realmente tiene mi simpatía. Supongo que no viene mal saber de qué va el html, aunque más no sea un poco. Y aprender a usar un editor de fotos, como el photoshop o el Picassa, vale la pena porque es muy redituable.
¿Cual es a tu criterio la función del blogroll (lista de enlaces a blogs)?
Arma barrios y sistemas de afinidades. La mía se llama “lugares que visito” y eso es bastante real.
¿Qué ventajas tiene publicar en un blog sobre la publicación impresa?
Mi blog tiene un promedio de 250 encendidos de computadora por día, de los cuales 100 reinciden, o sea abren dos o más veces por día. La ventaja de esto es que si tengo algo para decir, se lo digo a esa gente en ese momento. Mi novelas tardan meses en alcanzar esa cifra.
¿Cómo crees que la producción de blogs puede impactar sobre la publicación editorial impresa? (libros, diarios y revistas)
Desde todo punto de vista creo que es positivo. El blog es un buen entrenamiento. Para algunos será como jugar con la arena en la playa y delinear su vida como arquitectos, para otros puede ser la escuela primaria o el servicio militar. Cada historia es una historia aparte, pero el entrenamiento está. Por otra parte, alejarse del artefacto libro, con su milenaria carga de cultura, es algo muy liberador. Y también nos ayuda a cortar con el siglo XX que fue un siglo muy pegado al siglo XIX, por lo menos en lo que a literatura respecta.
¿Los blogs influyen a la hora en que decides comprar un libro? Ya sea porque en un blog que acostumbras a leer lo recomiendan o porque es el libro de alguien que conociste por medio de su bitácora y te agradó como escribía.
Por supuesto que influye en ambos sentidos. Estamos en las puertas del marketing cimarrón de libros por blog. Es como el boca a boca pero con un supermegáfono.
¿Cree que el blog delimita generaciones?
Sí, estoy convencido, por lo menos en lo que respecta a los escritores. Aunque hay excepciones, los blogs son hoy la zona de influencia de los treintañeros. Los escritores más viejos, no entienden, o no les interesa, o directamente les temen.

Miércoles. 16.20.

Me gustaría encontrar la forma de empezar mis relatos con cierta frescura desdeñosa. Por ejemplo: "El miércoles 2 de agosto del año 2006, mientras un dirigible viajaba a una velocidad de cinco nudos en dirección noroeste sobre la ciudad de Buenos Aires..."

Hace un rato estuve en la asamblea y opté por escribir porque eso me barre un poco la ansiedad. Mientras escribía, pensaba que prefiero escribir y leer novelas. ¿Por qué entonces lo único que me da vueltas por la cabeza son historias breves? Seguro es cuestión de ritmos internos. Me gustaría narrar de forma compleja sin volverme aburrido o críptico. La fragmentación no me tendría que importar.

Después, volví a pensar, como en el subte el otro día, en Agatón, el poeta que sufrió a Sócrates en El Banquete. Seguramente cuando el asunto terminó, entre botellas vacías y manchas de grasa, cuando Socrátes se fue después de cascarlo retóricamente, alguien se le acercó a Agatón y le dijo: "Dejalo a ese viejo de mierda, es un resentido, vamos a tomar algo". Es muy probable que mi próximo libro se produzca a partir de fragmentos de este blog. Supongo que el desafío es que no se note.

Tuesday, August 01, 2006

shit happens when you party naked


- Chicos, nunca mezclen colorante y cerveza.

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