Friday, December 29, 2006
Cartas al duque (cuarenta y cuatro)
Thursday, December 28, 2006
Wednesday, December 27, 2006
cartas al duque (cuarenta y tres)
Fucking Brecht: el comunista lúdico, otra vez
Si como fabuladores de doctrinas políticas, los comunistas fueron tenazmente insuperables; sus poetas, por lo general, o resultaron malos, o no fueron tan comunistas. Parado en la encrucijada de la historia, Brecht se hizo tiempo para escribir, cada tanto, algunos versos sin triunfalismos. En el poema autobiográfico El pobre B.B., escribe “Con la gente soy amable. Me pongo/ un sombrero rígido al uso de ellos./ Digo: son animales de un olor muy especial/ Y digo: no importa, yo también lo soy.” 80 poemas y canciones, editado en 1999 por Adriana Hidalgo, presenta una selección interesante.
Algunos poemas son muy narrativos como “Los tejedores de Kujan-Bulak honran a Lenin”, donde los obreros deciden honrar a Lenin con un busto de yeso, hasta que se dan cuenta de que es mucho mejor usar el dinero para sanear un pantano. O “Desmantelamiento del carguero de Oskawa por la tripulación”, donde los bajos sueldos de los marineros terminan desencadenando desastres de todo tipo.
Los títulos, por otra parte, son muy poco militantes y tienden, si no a la deserción, sí a la vagancia y a la contemplación: “De un libro de lectura para habitantes de ciudades”, “Recuerdos sentimentales ante una dedicatoria”, “Viajábamos en un coche cómodo”. Los personajes de Brecht son boxeadores olvidados, obreros que leen y un actor comunista que “Por 3000 marcos al mes/ está dispuesto/ a poner en escena la miseria de las masas.”
Aunque pueden ser polvorientos –del polvo que trae el paso del alemán al español, dignamente resulto por Jorge Hacker–, los versos de Brecht no son piezas de museo, viven y comparten la denuncia y la ironía. ¿Sueñan los comunistas con el humor burgués? Si hay una forma para la poesía política, Brecht la conocía. Pero no se quedó solamente en ese predio de por sí válido y productivo. En Epitafio para M. escribió “De los tiburones logré escapar,/ Al tigre lo maté a tiros./ los que me devoraron/ fueron los piojos.”
Tuesday, December 26, 2006
haciendo el test de Rorschach (tres)
Monday, December 25, 2006
Sunday, December 24, 2006
cartas al duque (cuarenta y dos)
el experimento de Marcos
Saturday, December 23, 2006
Friday, December 22, 2006
haciendo el Test de Roschar (dos)
"Veo dos aborígenes bailando de perfil. No se dan cuenta de que sus caras están sangrando. De repente forman con las piernas la silueta de una lámpara galponera cuya bombita estalla con una llamarada. Y ahí también se ve el dibujo de una menstruación cayendo en el asiento de atrás de un auto viejo. En el centro la polilla es muy clara. Es una polilla que acaba de absorber una cantidad de sangre que no puede digerir –quizás lamió la menstruación del auto– y revienta. Después también son claras las facciones de una cara sacando la lengua, una cara de cejas como cuernos rojos..."
Actualización: Acabo de ver los elefantes en espejos de los que habla Marce, y ya no puedo dejar de verlos. Son hermosos.
cartas al duque (cuarenta y uno)
Thursday, December 21, 2006
haciendo el Test de Roschar (uno)
cartas al duque (cuarenta)
Wednesday, December 20, 2006
cartas al duque (treinta y nueve)
Tuesday, December 19, 2006
cartas al duque (treinta y ocho)
Sunday, December 17, 2006
cartas al duqe (final de las vacaciones)
Saturday, December 16, 2006
cartas al duque (treinta y seis)
Le escribo sin mucho que contar hoy, o mejor, sin muchas ganas de hacerlo que es casi lo mismo. La chapa del horno se había podrido y lo arreglé con una cuchara (en realidad, fue con un alambre y uno de esos palitos que se usan en la fondiú para pinchar el pan). Después, tanto me picaba la espalda por el sol, que Celia se ofreció ponerme rodajas de tomate. Yo acepté pero solamente había tomates cherry y el asunto se pasó de ridículo. Supongo que uno se crea la mayoría de los problemas que padece. Pero también están los hijos de puta del espacio exterior. Esos marcianos que porque pasan una máquina de cortar el pasto de dos tiempos se creen jardineros y dignos de la admiración del veraneante. Tengo que hablar de esto con Jerry por que lo que hacen al final es simple: molestan para que veamos que trabajan. “Hola, ¿te estoy molestando? Perdón, pero lo que hago es mi trabajo...” Yo preferiría que el pasto tapara la luz del sol. Si de mi dependiera, restauraría la pena de muerte sin juicio para los que producen ruidos molestos. Esos viejos buenos proyectos que uno no sabe por qué pero alguien sacó de circulación. Ajusticiado por su propia cortadora de pasto. La realidad es la única verdad. ¿O vamos a seguir insistiendo con esa vieja cantinela boba de que la realidad es un constructo impresionista que no existe más allá de la percepción que tenemos de él?
Qué risa, mamma mía.
Un avión en el cielo de Hiroshima.
Saludos,
Terra.
Friday, December 15, 2006
Thursday, December 14, 2006
cartas al duque (treinta y cinco)
Le escribo para confirmarle que estas vacaciones cada día se parecen más a concierto de rock de esos que empiezan tarde y no dejan a nadie conforme. Se invirtió lo justo en el sonido, los baños se inundaron y yo me despierto de una siesta después de haber soñado con la estación Castro Barros del subte A. En vez de un kiosco de revista, la estación tiene una burbuja de fibra de vidrio con vista a una selva tropical. En la radio, agarró justo la trompeta de Cantaloop, en esa versión tan entretenidamente pop. Enseguida me acuerdo que tengo una foto muy linda de Herbie Hancock. (Y también una de Quincey Jones con Ray Charles.) Siempre es de noche y siempre es invierno en Alaska. O eso es lo que dicen. Así que mi vida es una larga primavera donde los árboles de Buenos Aires me dan la importante excusa de la alergia a casi cualquier cosa.
Me voy reponiendo. Y aunque todavía me canso cuando camino, la perspectiva del fin de semana es buena. La semana que viene, sin embargo, sigue siendo una incógnita, pero no me apuro. ¿Cuántas veces se puede aplaudir con un pulpo crudo atado en la muñeca derecha?
Saludos,
Terra.
Wednesday, December 13, 2006
cartas al duque (treinta y cuatro)
Retomo desde mi refugio. Ya sé como se siente un viejo. Me falta el aire y me resoplan los pulmones. No me quejo y pongo mis energías en curarme. Escucho una canción de Václav Trojan para violín y piano y miro por la ventana a los gatos del lugar mientras mi hija duerme la siesta. La felicidad es eso. Cuando realmente sea viejo, voy a ser un huraño que escucha con tecnología obsoleta una pila de discos compactos rayados. Después, una taza de te oscuro. Aire acondicionado y tres libros, querido duque, dos novelas y la Biblia. Un escritorio, discos de Olivier Messiaen, que trascribía el canto de los pájaros en sus obras y era un inteligente y fervoroso católico.
Saludos,
Terra.
Tuesday, December 12, 2006
una buena casa
Tiene árboles
y nos va a proteger de la tormenta
mientras pensamos otras cosas.
Pensamos, por ejemplo,
en un cocodrilo adentro de un auto,
en los regalos de navidad,
y en cómo se hace una obra de arte falsa.
Hablamos de música en esa casa.
De música francesa y otras músicas.
De Gabriel Fauré, que fue organista y militar,
De Olivier Messiaen, que estrenó obras
en un campo de concentración nazi,
Y de la Canción de indio mercader de
Rimsky-Korsakov y La canción del ruiseñor
De Václav Trojan, que parece un tango.
Después, también dormimos la siesta
Y es escuchamos el ruido del agua
Y soñamos con la tormenta.
Monday, December 11, 2006
la profecía
Juancho, ojalá se les de, viejo. De corazón.
carta abierta
Diciembre 11, 2006
He leído y estudiado la obra de Juan José Saer, pero me faltaba El río sin orillas, Seix Barral, (2003). En el cap. III, Invierno, Saer alude a la represión, (pag.180): “ni un solo oficial superior de ninguna de las tres armas, ni uno solo, tuvo el valor (palabra que pertenece al léxico de ellos, no al mío) no ya de oponerse, sino por lo menos de distanciarse públicamente de lo que estaba pasando. Aún hoy los militares argentinos se dividen entre los que reivindican cínicamente todos sus crímenes y los que hipócritamente los minimizan, los olvidan o los niegan”.
Sin embargo, en 1984 un grupo de militares retirados, hastiados de golpes de estado y de sistemas dictatoriales, crea el CEMIDA, Centro de Militares para la Democracia Arg., “con el objeto de hacer conocer a la opinión pública y, en particular a los Oficiales de las Fuerzas Armadas, la existencia de un pensamiento militar genuinamente constitucionalista opuesto a toda manifestación militar que exceda los límites de lo legal, lo moral y lo ético, según las más pura tradición sanmartiniana”.(www.cemida.com.ar). Participaron activamente en el juicio a las Juntas y con una labor internacional intensa en España, Francia, Italia, EE.UU. y El Salvador.
Juan José Saer ha muerto, (2005), y es una pérdida que lamento. También lamento que un escritor tan crítico, tan conocedor, tan puntual y tan prolijo, no se haya informado debidamente.
Un saludo cordial,
Diana Sánchez.
(Escritora, Bs. As.)
cartas al duque (treinta y tres)
En la TV informan sobre el golpe de calor. Dos síntomas, sentirse caminando entre algodones y cierta sensación de inestabilidad. Yo, entonces, golpeado desde hace mucho. Falto de talento e inspiración le comento, duque, que las placas que me sacaron hoy se veían difusas "por la masa muscular". Así dijo la médica que me revisó. Dimos un paso atrás cuando hablamos del moco. "¿verde amarillento?" preguntó y yo le tuve que decir que sí. Ahora ya llegué donde quería llegar y estoy bien. En el camino me contuve para no odiar al sector de los farmaceúticos. Y cuando me enteré que el pinocho la quedó... Sí, me puse contento. Ya mismo lo están cocinando bien profundo en la tierra.
Mañana, más precisiones.
Ahora a descansar.
Saludos,
Terra.
Thursday, December 07, 2006
Wednesday, December 06, 2006
Tuesday, December 05, 2006
cartas al duque (treinta y dos)
Tengo sueños asesinos, pero ¿quién no? Un hombre con una amoladora puede ser un trabajador hornado pero a las nueve de la mañana es un enemigo. Y el día de sol, te lo debo. Nubes blancas y grises cubriendo de forma homogénea el cielo. Pasolini decía que los Cuentos de Canterbury que filmó no lo habían dejado satisfecho porque desconocía la cultura anglosajona. Lo suyo estaba en el protoporno de las Mil y una noches o en Bocaccio. Sin embargo, Chaucer te da cierta tranquilidad en un día como este. La pileta parece que está cerrada por falta de guardavidas. Es probable que en menos de dos horas alguien me ve saltando el cerco y tirándome al agua con ropa después de haber dormido la siesta. Ese placer, tan simple, Duque, no me lo saca nadie en estos días.
De la foto de Flaubert me acuerdo menos que del subte.
Un abrazo,
Terra.
Monday, December 04, 2006
cartas al duque (treinta y uno)
¿Quince minutos al sol y quedás como un camarón? Esa historia la conozco. Nunca me bronceo del todo. Paso del blanco al rosado y de vuelta al blanco. En abril estoy epidérmicamente en cero otra vez. Los abuelos de mi abuela materna eran albaneses. Creo que de ahí me viene la piel tan blanca. La verdad no sé. En todo caso, el viaje fue hacia el oeste. Albania, Italia, Buenos Aires, Ramos Mejía. El sarmiento tocando el silbato y haciendo Once-Ituzaingó en menos de veinte minutos.
Ayer apenas treinta y cinco piletas de cincuenta metros porque llegamos tarde y los árboles hacían sombra en el agua. Ahora son las diez de la noche y todavía no cenamos. ¿Cuánto tardan en descongelarse tres bifes anchos? ¿Cuál es la pregunta, querido duque?
Mañana merecemos simplemente otro día de sol.
Saludos,
Terra.
Huyamos al bosque
“Irse al bosque, emboscarse –lo que detrás de esas expresiones se esconde no es una actividad idílica.” Así empieza La emboscadura – en alemán, Der Waldgang– de Ernest Jünger, un ensayo de prosa cristalina, practicidad ermitaña y espiritualidad secular. Ligeramente místico y, como todo libro de reafirmación laico, un poco nazi, La embocadura se escribe bajo el efecto del Walden de Thoreau, retomando la línea Nietzsche-Heiddeger. De allí que lo mejor de la imaginería vitalista de Deleuze y Guattari ya esté ahí. Pero Jünger no es un filósofo, es un novelista político que escribe ensayos y eso se nota.
El “waldgänger” es un personaje conocido: el tipo que vive de su fuerza inmerso en la rusticidad tonificadora del bosque. Jünger condensa el concepto hasta reducirlo a sus parámetros esenciales y, en su versión, el bosque es el exterior y el emboscado puede ser un perfecto nómade inmóvil. Aunque conlleva riesgos que Jünger no esconde, en su decisión de soledad, la lección del emboscado sirve, entre otras cosas, para pensar la reclusión que impone cualquier empresa intelectual o física. Sus dos cualidades básicas son no permitirle a “ningún poder, por muy superior que sea, que le prescriba la ley, ni por la propaganda ni por la violencia” y mantener abierto “el acceso a unos poderes superiores a los temporales”.
El libro esta lleno de definiciones: “La emboscadura no contradice a la evolución –escribe Jünger–, sino que introduce libertad en ella mediante la decisión de la persona singular”. La traducción de Andrés Sánchez Pascual que hizo circular Tusquets hace unos años es impecable y hoy La emboscadura es un elegante manual de anarcoindividualismo. Escrito en 1951, seguramente su lectura –y ese tan particular llamado a la resistencia– fue diferente en el momento de publicación, cuando Alemania venía de ser derrotada, la ocupación aliada construía la bases de la división con la Unión Soviética y el mundo se preparaba para la guerra fría.